#contra pie
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Tú no lo sabes, pero te sigo en el insomnio de tus noches.
Voy detrás de ti, junto a ti, deambulando un poco a contrapié y a contratiempo. Me oirás latir por la forma acompasada con que voy, pero es que seguir a un poeta no es fácil, la poesía es el único sueño que existe en donde se vive y se muere a la vez…
Un beso amor
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¿El Pacto Histórico, en la Comisión de Acusación, se pegó un tiro en el pie al marginar a Katherine Miranda de los casos contra Petro? Esta es la historia
La Comisión de Acusación, por unanimidad, aprobó un impedimento presentado por Katherine Miranda que la saca de las investigaciones en torno al presidente Petro, dada su participación en la campaña del líder del Pacto Histórico. Los representantes Alejandro Ocampo y Alirio Uribe votaron a favor de retirar a Miranda, una dura crítica de Petro. Sin embargo, la decisión puede ser un búmeran, y el…
#acusación#casos#Comisión#contra#está#historia#histórico#Katherine#los#marginar#Miranda#Pacto#pegó#Petro#pie#tiró
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A mí, el presiduende energúmeno libertario ya me había espantado hace un par de años con sus ideas de hacer legal la libre venta de bebés/niños y órganos, pero ustedes se escandalizaron recién ahora que quiso humillar a un gobernador con photoshop haciéndolo pasar como una persona con síndrome de down (nada más y nada menos, estas cosas no se pueden inventar)... ¿Será que tengo la vara muy alta? ¿será que tengo que bajarme de mi torre de marfil?? ¿Será que tengo que ponerme a merced de la elección de 14 millones de subnormales y esperar a que mi patria desaparezca para darle gobernabilidad a éste ácaro en el culo sucio de un mono rabioso que se las quiere dar de autócrata??!?!!
#hoy ya hubieron miles de despidos en todos los rubros#los precios siguen aumentando#tomaron más deuda ante el fondo monetario internacional#los jubilados ya están pidiendo en las calles para poder comer#y el duende maldito en pie de guerra contra los gobernadores#el desguace de la nación fue premeditado por quienes hoy están en el hombro del desquiciado
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“mi vida”
!! // js imagine miguel being the sweetest during sex.. like ik yall love lil rough dom miguel but broooo miguel whispering sweet nothings in spanish into your ear while he fucks u silly nd u can barely understand him... HELLOOO?? rhis ones kinda short sry guys
tw/cw: miguel being a sweetie pie, nsfw, fem reader
“nunca habia sentido algo asi.. sin ti no puedo vivir, mi corazon.” he murmured into your ear, his hands groping ever part of your body as he pounded in and out of you; leaving no part of your body untouched. you could barely understand the words leaving his mouth, your mind in a haze of pleasure as he fucked you dumb.
you had just had your- god knows what number, orgasm of the night, and he still hadn’t came yet. your pussy was puffy and swollen, your hole aching and your slick leaking out of it. “mm, ‘love you s’much, miguel..” you said inbetween silent moans and pants, clenching around him.
“i love you too.” he replied, and although your back was facing him you could hear the smile in his voice. you felt him twitch inside of you, you were almost relieved. you didn’t know if you could take anymore.
“eres perfecta, mi reina. eres una estrella que se cayo de cielo.” he spoke softly, as if his voice could break you. you were so fragile to him, like you would break and disappear under his touch.
you felt him throb and twitch inside of you for the second time. you moaned loudly as his pace picked up, his fat cock stretching out your gummy walls. you muttered a string of curses as you felt miguel come inside of you. the feeling of his warm load was enough to push you over the edge, your vision going blurry with tears of pleasure flowing out of your eyes.
he rode out his high, thrusting in and out of you a few more times and painting your insides with his spend. you whimpered, taking miguels hand and holding it tightly.
he moved carefully, laying down beside you on the bed. his cock was still inside of you, and his hand was still intertwined with yours. his other hand patted your head, then stroking your head. you snuggled up into him under his touch. “sin ti mi vida no tiene sentido, tu y yo contra el mundo, mi querida.” he muttered against your neck, eyes half lidded.
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a/n: to the person who literally j made me realize that i was not rlly inclusive of all skin colors tysm for telling me </33 IM SO SORRY YALL IDEK WHY I WROTE THAT IM NOTEVEN WHITE 🙁🙁 im so sorry guys what the f 🥹
my cat was literally ontop of my arms as i wrote this and he would not get off.
i need to gts
#miguel o'hara smut#miguel x reader#miguel o'hara x reader#miguel o'hara#smut#miguel smut#astv#astv miguel#miguel o'hara x reader smut
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‼ URGENT ‼
Give him hope, a child cannot be deprived of a normal life just because he was born in Gaza, let's get this child to safety 🤍 Share and donate if you can 🙏🏽
€2k were reached thanks to your support 🙏 we are still far away from the amount needed to rescue my family, it is hard to ask for help like this but I must do it for them. Please keep supporting us
Please donate and share. 🙏🏻 Amplify this 🍉
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Movie Night - Enzo Vogrincic
+18! Friends to lovers, un poco de Dom!Enzo, sexo oral (fem!reader recibe), fingering, sexo sin protección (don´t do that), posible alusión a size kink/size difference, breve orgasm denial, begging, creampie, dirty talk, edades no especificadas, uso de español rioplatense.
Es viernes por la noche y llueve, diluvia, pero Enzo insistió en ver una película.
Es una tradición que mantienen hace tiempo, pero la costumbre se vio interrumpida por el casi interminable rodaje de una película y un sinf��n de eventos y premieres. Naturalmente estás feliz por él, por su éxito profesional y personal, pero extrañás a tu mejor amigo y tenerlo cerca.
-¿En qué pensás…?
Su voz te saca de tu ensimismamiento y cuando volteás a verlo notás el atisbo de una sonrisa en sus labios, pero te forzás a mirarlo a los ojos y negás con la cabeza, sin saber qué explicación dar. El silencio se apodera de la habitación pero lejos de ser incómodo, es reconfortante.
-¿Qué querés ver?- pregunta, luego de un rato de ojear las opciones disponibles en Netflix.
-Lo que quieras.
Ambos se acomodan en el sofá, sus cuerpos en sintonía adoptan la posición usual: cada uno en un extremo, tus piernas sobre su regazo y uno de sus brazos aprisionando tus pies cerca de su abdomen. Por un segundo te preguntás cómo es que después de tanto tiempo todo sigue igual, pero te distraen los créditos iniciales de la película y la trama te absorbe en poco tiempo.
Enzo arroja algún que otro comentario, se ríen de escenas que conocen de memoria, y es casi suficiente para olvidar la tormenta y el sonido del viento tras las ventanas. Casi… Cuando te sobresaltás una, dos, tres veces, él decide que intentar calmarte con palabras no basta.
-¿Tomamos algo?
Se ponen de pie al mismo tiempo y se dirigen hacia la pequeña cocina de su departamento. En algún momento entre tu llegada a su hogar y el inicio de la tormenta, la temperatura bajó y Enzo te prestó un suéter, pero ahora tus pies descalzos sufren un poco el frío de la cerámica; esperás a su lado mientras él prepara todo y se distraen repitiendo los diálogos de la película, él imitando las escenas al pie de la letra y vos adorando su interpretación, las muecas que transforman su rostro y cómo se ven las líneas de su cuerpo bajo la tenue iluminación.
El destello de luz proveniente de la ventana pasa desapercibido y segundos más tarde el fuerte estruendo de un trueno provoca que te asustes e intentes cubrir tus oídos. Tu mano golpea una taza (tu taza, esa que él compró exclusivamente para vos) y cae directo al suelo, haciéndose añicos y arrojando sus restos en todas las direcciones. Apretás las labios y comenzás a disculparte, pero Enzo te interrumpe.
-No es nada, nena. Cuidado ahí- te agarra de la muñeca para evitar que te muevas, su mano cálida te provoca escalofríos y un temblor te recorre de pies a cabeza. En un rápido movimiento te sujeta por debajo de los brazos y te sube a la encimera para evitar que te cortes.
-Perdón- susurrás, angustiada, por lo que se acerca para consolarte y te abraza.
-No pasa nada- asegura, masajeando tu espalda con delicadeza. Deshace el abrazo lentamente, acomoda un mechón de cabello tras tu oreja, pero su mano permanece sobre tu mejilla y su mirada se posa sobre tu boca. Su pulgar comienza a delinear tu labio inferior, tira de él casi sin fuerza mientras te sostiene la mirada de manera intensa. Tu respiración se entrecorta y tus pupilas se dilatan, pero aún así él necesita tu confirmación-. ¿Qué querés? Pedímelo.
-Enzo…
-Decime qué querés- repite.
-Besame.
Al principio sólo roza sus labios contra los tuyos de manera delicada y cariñosa, casi inocentemente, pero el beso comienza a tornarse más y más desesperado conforme pasan los segundos. Sujeta tu rostro mientras su lengua se abre paso entre tus labios, asaltando el interior de tu boca y transmitiendo la necesidad y urgencia que lo consumen. Rompe el beso para tomar un poco de aire, no sin antes morderte el labio y robarte un suspiro que te avergüenza un poco.
Aprisiona tus mejillas entre sus dedos para obligarte a mirarlo a los ojos mientras acaricia tu cintura, tu cadera y por último tu pierna, erizándote la piel y provocándote. Tus manos en su cintura lo atraen aún más hacia tu cuerpo y es entonces cuando lo sentís entre tus piernas, duro. Estás a punto de bajar la mirada, curiosa y excitada, pero la fuerza de sus dedos te mantiene estática, volviéndote espectadora de cómo cambia su rostro cuando comienza a rozarse contra tu centro: cierra los ojos, sus cejas se contraen y sus labios entreabiertos dejan escapar una respiración temblorosa.
Sentís el calor emanando de su cuerpo a pesar de las prendas que separan su piel de la tuya y su agarre en tu muslo tornándose cada vez más fuerte, bordando esa línea que te causa más placer que dolor. En el instante en que cerrás los ojos, presa de las sensaciones, sus movimientos se detienen y él se aclara la garganta. Lo mirás, tus ojos suplicando, pero él sólo sonríe.
-¿Qué?
-Sos hermosa- besa la comisura de tus labios-. Pedime lo que quieras.
-Ya sabés lo que quiero- contestás, casi sin aire y un poco molesta-. Por favor.
-Por favor…, ¿qué?- sus besos comienzan a descender por tu mentón hasta llegar a tu cuello y tus clavículas, alternando entre tus puntos más sensibles-. Decilo.
-Cógeme, Enzo, por favor.
Captura la piel de tu cuello entre sus dientes haciéndote gemir con fuerza, su cadera chocando una vez más con la tuya, antes de pasar sus manos por debajo de tus muslos para levantarte y poder llevarte hacia su habitación. Te recuesta en su cama, las sábanas limpias están impregnadas con su perfume y tus sentidos repletos de él, pero nada es suficiente para opacar el rastro ardiente que dejan sus labios en cada centímetro de piel que tocan.
Te despoja de tu short y tu ropa interior en un segundo y se recuesta entre tus piernas, comienza a regar besos en el interior de tus muslos y muerde tu piel hasta dejar una que otra marca, tus gemidos y suspiros incitándolo a continuar con su tortura por un tiempo prolongado. Su rostro es de concentración absoluta o devoción, no lo sabés con exactitud, pero eso deja de importarte cuando sentís su boca cada vez más y más cerca de tu entrepierna.
Uno de sus brazos te inmoviliza al rodear tu cadera, su pulgar traza una línea desde tu entrada mojada hasta tu clítoris para así lubricar la zona antes de comenzar a dibujar círculos sobre este. Observa atentamente tu reacción, casi perdiéndose en la imagen frente a él, y sólo aumenta la velocidad de sus movimientos cuando suplicás por más. Ahogás un grito cuando por fin sentís su lengua en vos, aunque es sólo sobre tus pliegues, y tus dedos se enredan en su cabello sedoso.
-Todavía no…- susurra, cesando sus movimientos.
Estás a punto de reclamarle, pero introduce un dedo en tu entrada y en lugar de una queja, de tu boca escapa un gemido. Sus labios encuentran tu clítoris y comienza a succionar con fuerza, alternando con su lengua, mientras continúa moviendo el dígito hasta sentir la forma en que te contraés. Introduce otro dedo, extasiado por el sonido que producen en contacto con tu humedad, y continúa asaltando tu interior hasta que tus piernas comienzan a temblar.
Tu orgasmo te golpea como una avalancha: cerrás los ojos con fuerza al sentir el placer extendiéndose hasta las puntas de tus dedos, tu espalda se arquea y repetís su nombre una y otra vez. Enzo no separa sus labios de vos y continúa moviendo sus dedos, cada vez con más lentitud, hasta que tu respiración vuelve a la normalidad. Retira sus dedos y observás casi avergonzada la forma obscena en que los introduce en su boca para probar tu esencia.
Comienza a desnudarse y notás, además de su bulto, que su ropa interior está humedecida con líquido preseminal. Se deshace de sus prendas rápidamente, pero incluso así percibís una sombra de inseguridad atravesando sus facciones y tu corazón se encoge por un instante. Cuando vuelve a la cama se posiciona entre tus piernas y entrelazás tus manos en su nuca, acercándolo para poder devorar sus labios frenéticamente: sentís tu rastro en su boca, en su lengua, y la idea te fascina.
Tus dedos se deslizan por su cuerpo ardiente, delineás con lentitud su pecho y su abdomen para luego tomar su miembro caliente con un firme agarre. Su respiración se torna agitada y jadea producto del placer que tus movimientos le otorgan, muerde tu cuello y tu hombro mientras la palma de tu mano y tus dedos se humedecen con su excitación. Tu pulgar juega con su punta, de un rojo furioso y tan tentadora, hasta que echa la cabeza hacia atrás. Una de sus manos se cierra sobre tu muñeca al tiempo que descansa su frente sobre la tuya, su cabello te hace cosquillas.
-¿Qué…?
-Necesito cogerte- deposita un beso en tu sien antes de estirarse para tomar algo de la mesita de noche-. Eso es lo que querías, ¿no?
Asentís enérgicamente y ahogás un gemido cuando ves la forma en que el lubricante cae sobre su miembro, su mano masajéandolo para distribuir el producto, antes de dirigirse hacia tus pliegues y tu entrada para darles el mismo tratamiento. Coloca una de sus manos al lado de tu cabeza y descansa todo su peso en ella, bloquea tu visión del techo con su cuerpo haciéndote sentir pequeña y completamente a su merced, una sensación que adorás.
-Por favor- suplicás-. Metémela.
Desliza la punta de arriba hacia abajo, juega con tu clítoris por unos instantes antes de centrarse en tu entrada y comenzar a introducirse. Su tamaño es mucho mayor al que alguna vez experimentaste y provoca cierto ardor, así como un par de lágrimas que mojan tus pestañas antes de sentir sus besos sobre tus párpados repetidamente.
-Sh, yo sé que vos podés- susurra para calmarte. Sus caderas se mueven casi milimétricamente para permitir que te acostumbres a la intrusión, la sensación es suficiente para hacerte perder la cabeza y hundir las uñas en su piel-. ¿Así te gusta? ¿Sí…?
-Más, Enzo, por favor.
Se adentra por completo y gritás de placer cuando sus embestidas se tornan brutales, abusa de tu interior mientras una de sus manos se cola sutilmente por debajo de su suéter y comienza a jugar con tus pechos: sus dedos se cierran sobre tus pezones, los pellizca, tira de ellos hasta hacerte llorar y pedirle que pare, que siga, suplicando hasta que tus palabras pierden todo sentido.
Se detiene por un segundo para adoptar otra posición y toma tus caderas con fuerza, acercando tu cuerpo al suyo tanto como le es posible y moviéndote completamente a su antojo. El roce de tu centro con su pelvis causa estragos en tu ser y te sentís al borde de otro orgasmo, pero lo que finalmente te lleva al clímax es su mano presionando sobre tu abdomen bajo, justo donde su miembro provoca un bulto. Tus manos encuentran sus muñecas y el placer es tan intenso que por un segundo intentás detenerlo, incapaz de tolerarlo, pero él continúa con sus movimientos.
-Dios, cómo me encanta tu conchita apretada- dice entre dientes, capturando tus muñecas con una mano y tirando de ellas hasta que quedás sentada sobre él-. Me encantás.
Su mano acaricia tu cabello, tu rostro y se desliza fugazmente sobre uno de tus pechos cubierto por su suéter. Se recuesta y colocás tus manos sobre su pecho desnudo para ayudarte, creás un suave vaivén con tus caderas mientras sentís las yemas de sus dedos recorriendo tus muslos y cómo la fricción con su piel amenaza con llevarte al borde de la sobre estimulación. Tus piernas se fatigan rápidamente y tus músculos protestan, pero aún así continuás con tus movimientos hasta perder el equilibrio.
-No puedo…- lamentás, avergonzada, pero su sonrisa es tranquilizadora al igual que sus caricias en tu costado. Incluso en un momento así, sus pupilas dilatadas no impiden que su usual calidez siga reflejándose en sus ojos oscuros y en los gestos que te dirige.
Apoya las plantas de sus pies en el colchón para darse impulso y comienza a embestirte con tanta fuerza que caés sobre su pecho. Besás su cuello, sus clavículas y cada centímetro de piel que encontrás hasta llegar a su boca y confesar entrecortadamente cuánto te encanta, cuán profundo se siente dentro tuyo, le otorgás permiso para hacer con vos lo que él quiera.
Tira de tu cabello para obligarte a mirarlo a los ojos, su mano desciende hasta tu cuello y te besa desesperadamente. Entre besos te ordena que te toques y cuando lo hacés sabés que no vas a durar mucho más: no con la precisión de sus movimientos, dando en tu punto dulce repetidamente, o con la forma en que su mirada busca la tuya constantemente.
-Voy a…- un gemido le impide terminar la oración.
-Adentro, por favor- suplicás.
El ritmo de sus caderas se vuelve errático, ansioso, pero cuando te escucha gemir su nombre y siente tus paredes contrayéndose no puede evitar salpicar tu interior con su semen. El calor de su orgasmo prolonga el tuyo aún más y te movés levemente sobre él, disfrutando la forma en que se queja a causa de la sensibilidad. Tu oído descansa sobre su pecho y oís sus latidos.
-Enzo…- cerrás los ojos por un momento al sentir sus dedos dibujando formas sobre tu espalda, alzás la vista para encontrar sus ojos-. Te quiero.
Una sonrisa se apodera de sus labios, su belleza te hace suspirar.
-Yo también te quiero- besa tu frente-. Muchísimo.
Sentís tus fluidos y los suyos sobre su abdomen, goteando por tus muslos, pero permanecen así durante largo rato mientras repiten te quiero un sinfín de veces.
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heated
pairing. felipe otaño x reader
cw/tw. smut, oral sex (pipe recibe), unprotected sex, pipe!celoso, relación establecida, afab!reader/pronombres femeninos, otra vez siento que me olvido de algo
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"¡no podes estar tan cerca de fran y pretender que no me joda!" pipe suelta con furia, ambos de pie en la sala de su apartamento frente a los muebles, tú con un semblante exasperado y él manteniendo un rostro enojado, sus rasgos están tensos y su mirada es fulminante.
“fran es solo un amigo cercano, feli, ¿no es eso obvio?” tratas de razonar pero pipe no busca entender la situación, quiere dejarte en claro que la sola idea de verte cerca de otro hombre le causa repulsión.
“me importa una mierda si es amigo nuestro o no, no puede ser tan pegajoso y cariñoso con mi mujer.”
"feli, entiende que esa es su manera de expresar cariño. por favor, bájale dos líneas a tus celos", exclamas con un suspiro, exhausta de la situación. felipe simplemente rueda los ojos, incapaz de comprender.
no puedes negar que fran ha permanecido cerca de ti durante gran parte de la noche, pero comprendes que sus intenciones no son coquetear contigo ni interferir en la relación con felipe. para él, el contacto físico es su forma natural de mostrar afecto, pero eso no lo convierte en alguien que busca seducir o romper relaciones, eso lo sabes con certeza.
aún así, pipe está furioso, cegado por los celos al imaginar que estás con alguien que no es él. “seré tan celoso como quiera si se trata de vos” te mantienes en silencio por unos segundos, evaluando la situación.
“feli, soy tuya, ¿entiendes?” dices mientras rodeas su cuello con tus manos. él baja la mirada hacia tus brazos que lo envuelven, incapaz de resistir el contacto, coloca sus manos en tu cintura y la acaricia lentamente. su expresión enfadada titubea por un momento, exhala un suspiro y asiente.
“lo sé, bebé, pero me pone mal verte con cualquiera.”
suspiras suavemente y ríes, encontrando cierta diversión en su actitud, que a su vez te excita un poco. “fran no es cualquiera,” afirmas, notando cómo felipe aprieta la mandíbula una vez más, cansado de tus intentos por defenderlo. “sabes a lo que me refiero. es tu amigo, mi amigo, y nunca intentaría nada.”
él niega con la cabeza y retira sus manos de tu cuerpo. “¿podes dejar de mencionarlo, por favor?”
“¿tanto te molesta?” comienzas a molestarlo, retirando tus manos de su cuello y colocando las suyas de nuevo en tu cintura, para luego volver a posarlas en su cuello. llevas tus labios a su mejilla izquierda, la que lames por un par de segundos y depositas un dulce besito, jugando a la inocente.”dale, qué tal si se te pasa tu mal humor y vamos a la cama.”
la furia en su rostro titubea una vez más “¿te calenta verme todo celoso, no?”
“feli…” dices y acercas tus labios a los de él. “dale, vamos a la cama.” felipe toma tu mentón y aprieta ligeramente, sin lastimarte.
“no respondiste mi pregunta.” dice tu nombre y te mira fijamente en espera de tu respuesta.
“sí amor, me gusta cuando estás todo celoso conmigo, me gusta mucho.” dices, sus ojos conectados a los tuyos, saben lo que está por venir, este juego del gato y el ratón que les encanta es solo parte de su juego previo.
“¿te gusta o te calienta?” felipe cuestiona.
“¿no es lo mismo?” dices y acercas finalmente tus labios a los suyos, el mero pensamiento de sentir su boca contra la tuya te enloquece, pero pipe tiene otros planes y voltea su cara evitando lo que tanto esperabas. “¿feli?”
“seguís sin contestarme, no le doy besos a atrevidas.�� pipe suelta y tú cara se transforma en una de sorpresa por unos segundos.
“te odio.” musitas y pipe alza una ceja.
“¿ah sí? ¿posta vos no sos la misma que me rogaba que me la garche hace menos de un minuto?” ahora es su turno para que sus manos vayan a parar a tus mejillas.
“feli… me calienta tanto cuando te pones celoso conmigo, solo puedo imaginarte así de enojado mientras me coges duro” sueltas finalmente. pipe une sus labios en un acalorado y totalmente sucio beso, su lengua se convierte en una intrusa dentro de tu boca, ambas sucumbiendose ante el deseo de sentirse.
sin separarse, empiezan el recorrido hacia su habitación, pipe mantiene una de sus manos en tu cintura, usa la otra para mover la manilla y abrirles paso en su cuarto, aún con la pasión del momento, te sienta en la cama mientras se mantiene de pie. comienza la labor de quitarse su ropa y tú lo sigues quitando la blusa de tu cuerpo, dejándote en brasier, las bragas y tu falda. pues antes de poder continuar, un pipe desnudo niega con la cabeza y suelta en voz alta; “primero me tendrás en esa dulce boca tuya.”
asientes y salivas ante el pensamiento de tenerlo dentro de tu cavidad bucal, el deseo por sentirlo y poder saborear su sabor salado humedece tu centro. “bien, follame la boca, por favor.”
“ya que me lo pedís tan dulcemente, te haré mierda.” felipe expresa sin vergüenza, te bajas de la cama y te arrodillas lo más rápido posible, abres la boca, en posición y lista para recibirlo. pipe lucha para no soltar un gemido ante la vista tan obscena. no extiende tu espera por él por más tiempo y tomando su pene en una de sus manos, lo lleva a tu cavidad bucal, tu lengua pasea de arriba hacia abajo por aquella vena marcada en su miembro, sientes tu vagina mojarse aún más ante la sola idea de tu accionar en el momento acalorado.
“sí, chupame la pija como solo vos sabes.” no lo decepcionas, lo llevas en tu boca como una campeona, pipe toma tu cabello en un moño mal hecho y apresurado, lo jala y empuja su longitud en tu garganta. “la única pija que vas a tener.”
nunca has sido la mejor cuando se trata de los reflejos nauseosos, así que aunque son pocos los segundos que pipe tiene en tu boca, empiezas a lagrimear.
felipe lo sabe y sonríe con malicia ante tu imagen algo destruida a causa de únicamente él, en caso no quieras seguir siempre puedes decir la palabra segura y no dudaría en detenerse y verificar tu bienestar, pero acostumbrado a tu imagen desecha al llevarlo en tu boca, solo se divierte con ella. “¿te gusta chupármela, no mi amor?”
entra y sale de tu cavidad bucal, hace y deshace. “¿te pensás que podes estar con otro toda la noche y que no me va a joder? ¿tengo que recordarte que el único que te puede tener así soy yo?”
no puedes soltar palabra con él follándote así la garganta, “pues sí tengo que hacerlo, lo haré, pendeja malcriada.” de insultarte a decirte sus apodos cursis designados solo para ti, este momento lo tiene de acá para allá. “esta boquita es solo mía.” dice y tú sólo asientes torpemente, te mueves queriendo perseguir el ritmo que pipe mantiene dentro de tu boca.
hasta que el oji celeste se aleja con lentitud, consiguiendo una mirada un poco desconcertada de tu parte. señala con su cabeza la cama. “dale, en cuatro.” sin querer darle la contra, le haces caso y te acomodas quedando según su orden. procede a ponerse de rodillas en la cama y su miembro queda a la altura de tu mojada entrada. su cuerpo está encima del tuyo, tu rostro y el suyo a la misma altura, pero sin permitirte que lo veas. se presiona contra ti y antes de introducirse en tu intimidad, lleva un dedo a tu clítoris, haciendo movimientos circulares, formando dulces ochos que hacen que la atmósfera se vuelva el doble de pesada para ti y empieces a soltar grandes gemidos.
“feli… sí sí.” palabras sucias abandonan tu boca. “estoy lista feli, por fa.” le ruegas ganando una sonrisa maliciosa del castaño.
“¿sí?” dice y acelera los movimientos en tu clítoris, inserta un dedo en tu coño empapado sin detener los dulces toques en tu clítoris. “¿de quién sos?” ruedas los ojos en medio de tu fascinación por la estimulación de parte de pipe, pero decides darle lo que quiere si es lo que necesita para penetrarte.
“tuya feli, toda tuya.” gemidos no dejan de salir de tu boca, felipe lleva su pene hacia tu entrada con el apoyo de una de sus manos, en menos de un par de segundos se introduce en ti sin mucha delicadeza dejando salir un gran jadeo de alivio al sentir tu interior de una vez por todas. “sí sí sí feli, m-más más.” dejas salir, los que para felipe, son los gimoteos más dulces que ha escuchado en toda su vida.
“sos mía, cada centímetro.” continúa con un delicioso ritmo dentro de ti, saliendo y entrando, lleva ambas manos hacia tus caderas para arremeter con más rapidez y fuerza. su pene felipe cierra los ojos en contra de sus deseos de ver tu figura desmoronándose, toca ese dulce punto en tu interior dónde se mueve con destreza. la habitación se llena del sonido obsceno que causa el choque de ambos cuerpos, embiste tu interior con determinación. “mía, sos solo mía.”
“si feli, por favor, por favor.” tus gemidos no se detienen mientras apoyas tu cabeza contra la sábana, el placer nubla tu mente haciéndote pronunciar las palabras más sucias para incentivar a pipe a seguir con su continuo vaivén en lo profundo de tu coño. “soy tuya.”
felipe sostiene un rostro sumido en la satisfacción, su mirada fija en tu cabeza inclinada contra el colchón “feli, más.” ruegas sin un atisbo de vergüenza, tus manos se convierten en puños, tu boca abierta soltando todo tipo de incoherencias.
“nadie más te hará sentir así, solo yo ¿entendés?” asientes con dificultad, logrando que pipe niegue, “respondé usando esa boquita” sus manos se deslizan lentamente a tu cintura donde deja suaves caricias, en contradicción a sus duros y rápidos bombeos en tu interior.
“s-sí feli, solo tú, te lo juro.” el castaño toma tu palabra, la manera en la que te lleva no es como ninguna otra anterior, te folla como si su vida dependiera de ello y no hace falta más para que sientas tu orgasmo llegar a cada parte de tu ser. felipe no tarda en notarlo, gracias a tu característico aspecto consumido por el reciente orgasmo, que por cierto, siempre disfruta registrar en su memoria.
disminuye la rapidez de sus movimientos penetrándote de forma pausada en búsqueda de su propio clímax. “correte en mí, por fa.” suplicas, jadeos de cansancio y satisfacción acompañan tu pedido.
“te dejaré toda llena, ¿querés?” accedes de manera casi automática y después de sólo unos pocos segundos derrama toda su carga en tu interior. permanece dentro de ti unos minutos más, permitiendo que ambos se recompongan.
“¿ya no estás enojado?” rompes el silencio que lejos de ser incómodo, les trae calma a ambos, volteas para afrontar la deliciosa vista de un felipe recién follado.
quien solo rueda los ojos y con una sonrisa juguetona replica “sos una conchuda.”
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wn: llevo bastante sin subir un os pero les juro que no tenía nd de inspiración. espero les haya gustado <3 tengo algunas requests que seguro tomen tiempo pero espero darles T - T
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quicklearner
MENORES NÃO INTERAJAM!
haechan x leitora professora e aluno, todos são maiores de idade (só p deixar claro), meio slowburn(?), sexo sem proteção, cream pie, sempre dirty talk, tinha mais uma cena em mente, mas cortei pq achei q já tava na hora. espero que gostem!
Se te perguntassem sobre Donghyuck Lee, você torceria o nariz e reviraria os olhos. O próprio também esboçaria uma reação parecida, talvez até mais debochada. Não se suportam desde o primeiro momento em que ele pisou na sua sala de aula. Veja bem, você é uma professora rígida, sempre exige máximo respeito, mesmo que seja “apenas um cursinho de Inglês”, nas palavras de Haechan.
Se entrar em sala, tem que cumprimentar a autoridade com um boa noite, mesmo à contra gosto. Isso é o mínimo de respeito, é educação básica. Justo no primeiro dia, ele fez questão de te ignorar e de soltar um risinho debochado quando você o alfinetou por não ter sido educado. Ele odiou. Pediu desculpas carregadas de ironia e prometeu a si mesmo que faria sua vida um pouco mais difícil.
Donghyuck se acha importante demais, é claro para você. Aula após aula ele tenta quebrar sua postura, seja fazendo perguntas muito pessoais no meio da explicação para te desconcertar, ou discordando de uma opinião sua só para causar algum tipo de comoção, ou reclamando dos tópicos entediantes da lição para te irritar. Entretanto, quem vai embora frustrado é ele. Você é uma ótima atriz e finge adorar toda e qualquer interação que têm durante as quase uma hora e meia de aula, fazendo os outros alunos, principalmente os mais velhos, adultos cansados do trabalho, rirem da situação. Haechan parece ser o único que te odeia.
No entanto, conforme o tempo vai passando, mesmo que ele não queira admitir, Lee passa a gostar de você. Não, a admirar você. (In)felizmente, é muito boa no que faz. Ele assimila rápido às suas explicações, a sua dinâmica funciona, é eficiente. As notas nunca foram tão altas, apesar de não se esforçar tanto para realizar as tarefas ou as provas. A fluência nunca pareceu tão perto, graças às suas aulas.
Mas também tem algo em você que desperta uma curiosidade genuína nele, por isso ele continua a implicar contigo com as perguntas sobre sua vida fora da sala de aula. Ele adora saber pequenas anedotas das outras milhões de coisas que você curte fazer, seus interesses, seus amigos, seus dates.
“Teacher, can I ask you something?” Haechan te interrompe pela quarta ou quinta vez, mas agora ele é muito mais doce do que antes. Se fosse há uns meses atrás, perguntaria o quisesse na lata, apenas pelo prazer de te aborrecer.
“For God’s sake… does it have anything to do with the class?” Sarah, uma classmate, a única outra aluna no início dos vinte, rebate em sua defesa. Uma chata, sempre roubando sua atenção. Outro dia, você foi ensinar a expressão teacher’s pet e a turma toda anotou no caderno com o nome dela ao lado.
Ele a ignora completamente, mesmo quando você sorri na direção da jovem. “What’s your ideal type, teacher?” Indaga, frisando o vocativo para alfinetar Sarah. Ele não havia falado com ela, sim contigo.
“My ideal type?” Você parece ponderar, mas já sabe a resposta.
Se fosse em qualquer outra turma, responderia sem medo. Porém, como explicar que ‘sunkissed, dark hair’ não é uma descrição muito específica dele? “I don’t have a type, actually.” Escolhe não se expor.
Assim, você volta o foco para os alunos novamente, deixando Haechan com um bico no canto da sala. Sua sorte é que ele não está num dia muito criativo, então não consegue retornar ao assunto sem soar muito interessado.
Talvez ele esteja mesmo interessado. Mesmo ainda agindo feito um pé no saco às vezes e sendo um chatinho que faz você ir embora para casa com a bateria social inexistente de propósito, Lee reparou que agora não faz mais por implicância, e sim por querer sua atenção.
Ele passa a chegar mais cedo mais vezes para ter a oportunidade de te ver sair da aula anterior, rodeada de adolescentes que te idolatram, só para ter assunto quando a própria classe começasse uns vinte minutos depois. As expressões sem pé nem cabeça que estão no livro? Não se recorda de tê-las criticado, usando-as em todas as respostas e discussões. Enquanto você explica subjunctive, reported speech, ou qualquer outra coisa com seu jeito alegre e expressivo, ele sorri, completamente cativado.
Certo dia, você entra na sala usando roupas diferentes do comum. Um vestido tubinho curto abraça as suas curvas e o saltinho te dá uma postura confiante. Isso sem falar no cabelo, um total espetáculo acentuando os traços delicados do seu rosto, pintados de uma maquiagem discreta. Uau.
“Que isso, hein, teacher.” Sarah, a puxa-saco, acorda Hyuck de seus pensamentos. “Quem é o sortudo? Lucky one, não, lucky guy.”
“Thanks, baby.” Você responde, animadinha. “É um boyzinho, amigo de um amigo. A gente se conheceu outro dia e aí ele me chamou pra sair, enfim…”
Baixinho, enquanto os outros não chegam, você narra a história de como conheceu o tal cara. Haechan sente um mal estar na barriga, o sangue esquenta e ele sai da sala para beber uma água. Não pode ser, não pode estar com ciúmes da própria professora.
É claro que pode. Olha essa mulher, ele pensa durante a aula, ainda lutando contra as próprias emoções. Ainda assim, não está sendo um bom aluno hoje porque está distraído reparando em você. As pernas torneadas, a cinturinha, o jeito que você fala… até mesmo o cheiro do seu perfume estava gerando algo nele.
Quando a aula acabou, Lee saiu disparado depois de se despedir brevemente, puto dentro das calças. Caminha tão rápido até o portão do curso que quase não repara na presença de Xiaojun, um amigo de seu primo Hendery. O outro é quem o chama para cumprimentá-lo.
“Coé, irmão. Tá vacilando? Nem fala mais?” Xiaojun brinca, batendo a mão e um dos ombros em Haechan.
“Ih, qual foi, Dejun. Tá fazendo o quê aqui, cara?”
Hyuck escaneia a aparência do parceiro, notando que ele está arrumadinho demais para ser uma coincidência qualquer.
“Pô,” O mais velho olha para dentro da escola à procura de algo, ou alguém. Então se aproxima do moreno e envolve um de seus ombros para contar sobre sua aparição repentina. “Tá ligado o Yangyang?” Lee afirma com a cabeça. “Então, ele tem um amigo, o Renjun. Sabe quem é?”
Que enrolação da porra, claro que ele sabe quem é, só vivem juntos.
“Sei.”
“Aí a prima do Renjun levou uma amiga, porra, uma gata, naquele churrasco de aniversário do Chenle.”
Não tinha ido ao tal evento porque teve de resolver uma pendência com uma garota, uma ficante. Longa história, complicada. Fica para depois.
“E daí?” Ele já estava sem paciência, e Xiaojun demora uma vida para se explicar.
“E daí que eu dei um papo nessa mina e vou levar ela pra jantar hoje.”
Ca-ra-lho. Na mesma hora em que a mente de Haechan liga os pontos, você se aproxima timidamente. Dejun larga o amigo com pressa e passa um dos braços pelo seu quadril, dando dois beijinhos nas suas bochechas logo depois.
Alguém devia tirar uma foto da expressão horrorizada de Lee. O tal carinha que vai te levar para um encontro é o próprio parceiro, Xiao Dejun? De primeira, a raiva dele inflama, o peito queima de inveja outra vez. Mas, pensando bem… Não querendo subestimar o amigo… só que claramente não combinam nada um com o outro.
“Vocês se conhecem?” Sua voz envergonhada questiona, então o seu date percebe que Hyuck lhe é familiar.
“Ele é meu amigo.” Haechan diz, te olhando fixamente. A mirada te prende porque é desconhecida, algo está diferente nele, porém não sabe dizer o que é.
Ele sabe muito bem. É a porra do ciúme.
“Eu sou professora dele.” Você fala, quase como se fosse uma pergunta, observando o seu acompanhante para ver se ele teria alguma reação negativa.
Ele ri alto. A ideia de pegar a professora do amigo é hilária. Com todo respeito a você, é claro. Donghyuck visivelmente pensa o oposto, a carranca que toma conta do rosto bonito expressa bem o que ele está pensando agora. Não querendo ser um completo babaca, mas já sendo, ele planeja acabar com esse risinho logo, logo. Não pode ser chamado de talarico ou fura olho se foi ele quem te conheceu e quem te quis primeiro. Certo? Na verdade, para ele, foda-se, te roubaria para si do mesmo jeito.
“Nem fodendo!” Renjun exclama, rindo sem acreditar no que acabara de ouvir. O mundo é muito pequeno mesmo.
No aniversário de Yangyang estão todos reunidos novamente, e Xiaojun aproveitou para se gabar de ter saído com a professora de Haechan, cuja feição transborda descontentamento. Se ele fosse um cara qualquer que não respeitasse a família dos outros, já teria metido um soco na cara de um hoje.
“E vocês saíram de novo?” Yangyang pergunta com curiosidade antes de levar a long neck aos lábios e saborear o amargo da loira gelada.
Haechan anseia a resposta. Seus olhos se apertam, assim como os dedos ao redor da própria cerveja.
“Não.” Xiaojun confessou, visivelmente decepcionado. “A gente se pegou no carro depois, mas acho que ela não tava na vibe. Deixei ela em casa e depois não nos falamos direito.”
Ao mesmo tempo que um alívio lava o peito angustiado do moreno, um pedaço dele quer gritar de raiva ao pensar que Xiaojun beijou você, te tocou, e sabe-se lá mais o que ele quis dizer com se pegar.
“E valeu a pena?” O outro indaga com malícia.
Infelizmente o sorriso de Liu alarga ao ver que o amigo estava com as bochechas corando, ele tenta esconder a resposta óbvia com um morder de lábios. Renjun cutuca Haechan enquanto um coro de ãhnnnnn preenche a sala de estar. Se Lee revirasse os olhos com um cadinho mais de força talvez eles saíssem de órbita. Que situação.
“Como é ter uma professora gostosa, Hyuck?” Hendery retoricamente lança o questionamento no meio dos amigos sem sequer interromper os dedos caóticos no console.
“Respeita ela, porra!”
Eles cessam a risada ao ouvi-lo exclamar pela primeira vez desde o início da conversa. “Ih, qual foi, relaxa.” Dejun responde, sua expressão metade severa e metade suspeita. “Não era ela que você não suportava?”
Haechan lembra-se vagamente de algumas vezes que chegou a reclamar no grupo de amigos durante as aulas. Ele fingia mexer no celular só para te incomodar, porém, a própria frustração o vencia por vezes e ele acabou enviando algumas mensagens para desabafar a insatisfação.
“Vamo mudar de assunto.” Começa Renjun, limpando a garganta para quebrar o silêncio da falta de resposta de Lee. “Quem vai na roda?”
A roda de samba mais esperada do mês se aproxima, Santa Teresa nunca fica sem receber os amigos por muito tempo, é quase tradição. O próximo Sábado promete.
Enquanto você se arrumava, Xiaojun te esperou no sofá da sua sala mexendo no celular. Ainda nem acredita que voltaram a conversar no meio da semana, muito menos no fato de que ele te convidou para sair de novo. Achou que o tivesse espantado no primeiro encontro.
A verdade é que ele é um doce, praticamente um príncipe, mas seu cansaço no dia te desanimou e, sem jeito, não conseguiu dizer o que significava sua carinha fechada. Por sorte, Dejun não levou para o coração e nem desistiu.
Quando o convite brilhou na notificação do celular, seu primeiro pensamento foi ‘roda de samba? nada a ver comigo’, entretanto, o papo dele é tão bom que te convenceu e ‘o que custa dar uma chance?’. Comparado a ficar em casa, seria muito melhor estar na companhia dele. O que você não esperava, porém, era que todos os amigos dele fossem, incluindo Haechan. Este fuzilava vocês dois sem disfarce algum, o que incomodou sua companhia levemente.
“Tá tudo bem por você ele estar aqui?” Xiaojun indaga ao seu ouvido. Além de querer ser discreto, ele aproveitou para jogar um charme e trocar um carinho. O afago desde o seu ombro até os dedos da sua mão não lhe passa despercebido, é muito bem-vindo e te alivia a tensão. “Tem certeza?” Seu aceno de cabeça não o havia convencido. “Se quiser, a gente pode fazer qualquer outra parada. Só quero ficar contigo. T-tipo, passar tempo ju-juntos.”
Você se permite sorrir, ele é fofo. “Tá tudo bem, juro.” Pousa os lábios no canto dos dele bem delicadamente, se demorando uns instantes. Dejun vira o rosto e rouba um selinho vagaroso, checando sua reação quase sem tomar distância, não queria fazer nada forçado. O risinho que molda seus lábios lavam o peito dele em alívio.
Ele sorri na sua boca junto contigo, retomando o beijo com mais intenção desta vez. É delicado, mas firme ao mesmo tempo. Suas línguas tocam num ritmo deliciosamente lento. Parece que encontraram o encaixe perfeito, é mais intenso do que a primeira vez. Você permite que as mãos dele apertem sua cintura e acariciem onde querem, esquecendo um pouco a timidez.
Donghyuck ainda observa a cena. A raiva que borbulha em seu interior faz sua mente criar mil cenários onde ele acaba com a ousadia do próprio amigo. Na verdade, se ele estivesse um pouco mais alto, talvez já tivesse feito merda.
Yangyang é o primeiro a perceber a situação. A verdade é que ia avisar ao Lee que a caótica ex-ficante havia acabado de chegar, mas encontrou o moreno estático e de cara amarrada. O copo plástico quase transbordando de cerveja não duraria muito tempo se ele continuasse apertando daquela forma. É receita para dar merda. Liu sabe que precisaria escolher qual caos enfrentar e, entre uma briga por causa de talaricagem e uma possível recaída com um rolo tóxico, é melhor a segunda opção. Ou…?
“Irmão, a Karina tá aqui.” Ele anuncia quase gritando por cima do som alto depois de se aproximar de Haechan. O outro nem se move, concentrado em amaldiçoar Xiaojun pela cara de pau de pegar na sua bunda no meio de tanta gente.
Era ele que devia estar te tocando. Hã?
Haechan finalmente percebe que tem companhia e leva um pequeno susto. Yangyang está impaciente e ameaçando derramar bebida em seu cabelo. “Porra! Assombração!”
“Caralho, tô falando contigo tem uns cinco minutos.”
“O que é, caralho?”
“Pela décima vez: a Karina. Está. Aqui.”
A confusão estampada nas feições de Lee irritam o outro profundamente. “Foda-se.”
Se fossem outras circunstâncias — se ele estivesse sóbrio — Donhyuck teria metido o pé ou no mínimo tentado se esconder. Droga de cerveja. Merda de amigo que está quase comendo minha professora gostosa que eu quero comer.
“É O QUÊ?” Renjun, que acabara de se juntar aos dois perto do open bar, só pode ter ouvido errado. “Você quer o quê e quem?” Não, não, não. Ele não pode ter dito isso alto na frente dos dois caras mais bocudos que conhece. Mas disse. Yangyang balança a cabeça em decepção, porém a surpresa era zero. Renjun pede três shots de vodka ao barman porque só assim.
“Ele quer a amiga da sua prima. Ha-ha.” Liu até tenta amenizar a situação e fazer piada, o que obviamente não funciona.
Renjun distribui os outros dois shots depois que pega um para si mesmo. “Virem essa porra.” Mesmo relutantes, os três entornam o líquido e fazem cara feia pelo gosto forte e a queimação que nunca fica comum. “Agora vamo colocar os pingos nos is. Você quer a sua professora, a mulher que o teu amigo tá pegando.”
“São muitas camadas.”
“Porra, vocês só me criticam!” Hyuck cessa o debate. “Nem era pra eu ter falado isso alto. Foda-se vocês dois, foda-se todo mundo.” Ele toma outro gole da cerveja para sair dali, porém antes que pudesse, você e Xiaojun encontraram o grupo novamente.
“Rapaziada, já avisei ao Dery e ao Lele, tô metendo o pé.” Ele comunica, porém Haechan só é capaz de focar nos seus dedos entrelaçados. Seus cabelos bagunçados e a roupa amarrotada de Dejun também capturam a atenção dele.
“Já vão pra casa?” O ciúmes fala por ele.
“É, a gente tá afim de ficar mais tranquilo.” Ele diz, olhando para você ao abrir um sorriso sacana.
O trio se encara num silêncio constrangedor. O moreno não disfarça a insatisfação: a ironia que escorre por seu suspiro de escárnio faz Xiaojun franzir o cenho. “Algum problema?”
“Jamais.” Renjun intervém, mas fica sem ideia, implorando pela ajuda de Yangyang com o olhar.
“Pô, então bom restinho de sábado aí pra vocês.” Liu aperta a mão livre do amigo. “Juízo, hein?” Força uma risada de tiozão, acabando por piorar a situação. Você e Dejun se entreolham e espremem os lábios para não rirem também, apesar do leve constrangimento.
Como se o universo judiasse de Yangyang, seu pior medo tomou forma, nome e sobrenome e, infelizmente, está bem perto. Karina deu as caras. Não, ela chegou chegando. Apoiou o braço no ombro de Renjun, que estava na ponta, e lançou um sorriso charmoso para o “ex”, Haechan.
“Não fala mais comigo?”
“Oi.”
Seria cômico se não fosse uma tragédia prestes a se desenrolar sob os olhos de várias testemunhas. Das duas uma: ou eles ficariam de novo, ou arrumariam mais um barraco catastrófico. Sempre a mesma história.
“Boa noite, Karina. Tudo bem?” Renjun debocha da falta de educação da garota, balançando o tronco para fazer o braço alheio cair. Ela apenas revira os olhos.
“Quem é essa?” Você discretamente pergunta ao seu date. Por causa da música alta, o volume não lhe deu a oportunidade de efetivamente esconder a curiosidade, todos os outros ouviram.
“Namorada do Hyuck, prazer.” Karina estende a mão para você numa simpatia que só, ao passo que você a cumprimenta com um sorriso doce. Ao mesmo tempo, o namorado engasga com a própria bebida enquanto a dupla fofoqueira ri alto de nervoso.
“Essa garota é maluca. A gente não tem nada.” Donghyuck gira o dedo indicador perto da têmpora para frisar a loucura de Karina. Ele espera muito que você não esteja acreditando em nada do que ela fala.
“Ele é muito bem humorado.” Explica com tom de voz suave, mas seu olhar é severo. Definitivamente faz o tipo perigoso.
Xiaojun prevê a merda que isso vai dar e se apressa, dando um aperto leve nos seus dedos. “Bom, é triste a dor do parto, mas eu tenho que partir. Boa sorte aí, guerreiros.” Ele acena para os que ficam.
Viram as costas e partem para a saída, com Huang e Yangyang acompanhando-os com o olhar até não conseguirem mais distingui-los na multidão. Ao voltarem-se para o bar, porém, prendem o fôlego ao encontrar o banco de Haechan vazio e nem sinal de Karina.
“Ah não.”
“Puta que pariu.”
Definitivamente Murphy estava certo quando disse que se existe possibilidade de alguma coisa dar errado, dará errado. O problema agora não é mais deles.
Xiaojun é o tipo de cara que leva intimidade à sério. Mesmo que fosse um lance casual, ele te tratou como uma princesa antes, durante e depois da transa — e como ele fode bem. Tem pulso firme, mas também soube a hora de se comunicar e perguntar como você gostava e se queria continuar.
Então, por qual razão você não parava de pensar em Donghyuck e Karina? Será que ele também havia se sentido assim ao ver que você estava indo para a casa de outro? Será que ele havia a beijado ou a levado embora também? Só de pensar te sobe um calafrio desagradável. Não, isso não pode ser…
Ciúmes? Pois é. Não é nada prazeroso admitir para si mesma que está de conchinha com um cara enquanto pensa em outro e, pior ainda, sendo um de seus alunos. Mesmo tentando evitar, o restinho do seu final de semana foi bem assim: Haechan rondando sua mente mais do que o aceitável.
Na segunda-feira, ele não foi ao curso. É difícil definir se você sentiu falta dele ou alívio de não ter de encará-lo depois dos últimos eventos. Não que se devessem satisfação, porém sabem segredinhos um do outro agora e talvez fosse muito estranho lidar com isso.
Quando ele apareceu na aula seguinte, algo estava mudado. Você mal foi capaz de lançar olhares em sua direção, deixando que o grupo criasse oportunidades para que o estudante normalmente polêmico participasse da conversa. Seus pensamentos estavam lotados de negação de ciúmes ainda.
Na maior parte do tempo, entretanto, Donghyuck ficou quieto. Engajou a conversa dos classmates poucas vezes sem sequer interagir brevemente com a professora. O problema era você, definitivamente, você pensou.
Na verdade, o problema não era você, e sim o fato de que ele está te perdendo para o próprio amigo. À medida que você e Xiaojun se aproximam, mais Haechan te deseja. Ele sabe que está correndo o risco de ser um grandessíssimo filho da puta, mas é impossível evitar a atração.
Ao final do tempo de aula, os outros alunos se despediram ao se retirarem da sala enquanto organizava seus materiais e apagava o quadro. Achou que todos já haviam partido e começou a cantarolar uma música qualquer para acalmar os nervos. Ao girar o corpo para recolher seus pertences, encontrou o motivo do seu estresse bem ali, com os olhos grudados em você.
“Que susto, Hyuck!”
Ele sorri de canto porque notou que você o tem chamado pelo apelido mais vezes recentemente.
“Você…” Limpa a garganta para soar mais firme. “Você tem alguma dúvida?”
“Tenho.”
O homem nem se mexe. O silêncio que os abraça pesa por uns instantes enquanto se encaram, ele está te deixando nervosa com esse olhar tão… penetrante.
“É em relação a aula que você não veio? A gente pode marcar uma aula de apo-.” Para de falar ao ver que ele se levanta e vagarosamente caminha na sua direção. Haechan sabe que não é só ele que fica descompassado ao estarem juntos.
“Como foi com o Xiaojun?”
Por um momento achou que tinha escutado errado. Processou as palavras e escolheu não acreditar no que ouviu.
“É o quê?”
“Como foi com o Xiaojun?” Ele repete. “Vocês foram pra casa dele mesmo?” Ele levanta uma das sobrancelhas e espera a resposta com as mãos nos bolsos.
A vontade que te deu foi de apontar a grande pachorra que ele teve de perguntar algo tão íntimo e armar um barraco. Tudo tem limites. Sabendo como irritá-lo, porém, apenas devolve na mesma moeda.
“Como foi com a Karina, sua namoradinha?” Questiona cheia de deboche, comemorando internamente ao reparar que a pergunta o atinge bem onde planejou.
Ele joga a cabeça para trás e solta um suspiro de falso escárnio, passando os dedos pelos cabelos desgrenhados. Pareciam duas crianças tentando discutir.
“Sabe qual a diferença entre a gente?” Haechan se aproxima um pouco mais, quase tocando seus corpos. “Eu não tenho nada com a Karina, já você e o Dejun…”
Chega a ser engraçado como as farpas apenas expõem o que realmente querem um do outro, e ainda assim, nem um dos dois compreende o que está acontecendo. Admitir sentimentos é coisa de adulto, alguém avisa?
“Por que isso te incomoda?” Cruza os braços sobre o peito. “O que você tem a ver com isso?”
O risinho travesso tão familiar teria te irritado mais se ele não tivesse, finalmente, acabado com qualquer distância entre os dois.
“Você realmente não sabe?” Ele acaricia a ponta do seu nariz com o próprio, você mal consegue respirar.
Suas pálpebras se fecham, e Hyuck adora te ver assim: tão aberta às suas investidas, como ele sempre imagina. Ele toma coragem para te beijar, então, cerrando os próprios olhos e deixando um selinho molhado nos seus lábios.
“Ôh, professora, já vai sair?” A voz estridente da moça da limpeza faz com que vocês se separem num estalar de dedos.
“Vou sim, Eunice.”
Não fosse o som da vassoura já batendo com pressa no chão, os batimentos cardíacos dos dois poderiam ser ouvidos. Os olhos dele estão arregalados, e você ri por quase terem sido pegos. O nó angustiado na garganta do moreno se desfaz em uma risada fraca. Que situação.
Para não arriscar ainda mais sua pele, Haechan vai embora sem terminar o que começou. Pela primeira vez, no entanto, não vai para casa frustrado, e sim confiante de que suas intenções estão claras agora.
Cerveja e vinho, pagodinho ambiente, um jogo de tabuleiro jogado mil vezes — agora esquecido no canto da sala de estar do apartamento de Xiaojun — e um lanche tão grande que o motoboy precisou de ajuda para carregar tudo. A noite de sexta do famoso grupinho, que já está acostumado com a mais nova integrante, é o puro suco da zona norte do Rio de Janeiro — Rildy para os íntimos.
A diferença deste rolé para a roda de samba no sábado passado é apenas o ambiente, a cara emburrada de Donghyuck se repete. Não só não conseguiu trocar uma palavra contigo hoje, mas também está, novamente, sendo obrigado a assistir os beijos que o amigo te dá. Palhaçada, não desgruda um segundo da boca da menina.
Não que ele não estaria fazendo o mesmo no lugar de Xiaojun.
Além do mais, a dupla inseparável maluco e doido não param de falar um segundo sequer sobre a vida dos outros, gente que ninguém mais conhece. Hyuck poderia até ser educado igual a Hendery, que sem nenhuma outra alternativa a não ser assistir a pegação alheia, escolheu prestar atenção nas atualizações de Yangyang e Renjun, mas aí não seria ele.
“Caralho que chatice, hein. Se a prima engravidou da porra do primo, o que vocês tem a ver com isso?” Haechan dá uma golada na long neck — sua quinta já. Nem são onze da noite e o cara já beirou seu limite alcoólico.
“Ih alá, Yang. Vai deixar?” Hendery acha graça e aproveita a oportunidade para botar um pouco de pilha. Um pouco de ação não mataria ninguém. Pensar desse jeito já rendeu várias discussões sérias, ele não aprende.
“Começa não, Dery.” Hyuck alfineta.
“A culpa não é minha que você tá puto.” Yangyang sussurra e aperta os olhos na direção dos dois isolados perto da cozinha.
“Ainda nessa história? Explica direito.” A curiosidade de Kunhang aguça.
“Não quero falar sobre isso.” Renjun suspira em pura frustração, apertando os olhos com as próprias mãos. “Ele tá puto porque o Xiaojun tá pegando a professora dele.”
“Quem dera fosse simples assim. Ele também quer a professora dele.” Liu explica, repreendendo Haechan com um balançar exagerado de cabeça.
“Ei!”
“Desculpa, ele quer a amiga da prima do Renjun.” Se corrige após ser repreendido pelo amigo. “Entende a gravidade da situação?”
“Tá, calma.” Hendery pensa uns segundos. “Há quanto tempo você quer ela?”
Finalmente alguém disposto a ouvi-lo.
“Porra, tem MESES.”
“Mentira! Você vivia reclamando que ela era chata.” Renjun briga, irritado. Seu sussurro gritado chega a ser cômico.
“Já ouviu falar em tensão sexual?”
“Então o talarico foi o Dejun? Caralho, que vacilo.” Hendery conclui, beliscando a batata frita fria em cima da mesa de centro.
“OBRIGADO, porra!”
Renjun e Yangyang estão desacreditados, como alguém apoia essas coisas? É bater palma para maluco dançar.
“Ele não sabia!” Yangyang o defende.
“Do que vocês estão falando?” O próprio assunto pergunta, trazendo você também para a rodinha.
“De futebol. Eurocopa e tals.” Renjun mente, sendo reafirmado pelos acenos de cabeças dos outros.
A mentira era óbvia, mas os outros decidiram deixar passar (questionar daria muito trabalho). Logo arrumam outro assunto e a apreensão no ar começa a se dissipar. Não para você e Donghyuck, é claro.
Desde o selinho que quase foi flagrado, você passou os últimos três dias pensando no que fazer sobre isso. A verdade é que já está completamente perdida na atração para dar para trás; ao mesmo tempo existe, porém, algo que ainda te freia a tomar uma atitude. Seria esse freio o anfitrião? Ou ainda o fato de que ele é seu aluno? Os dois? Não dá para saber, ainda mais com o jeito que ele te olha — é desconcertante.
Hyuck faz zero questão de disfarçar seu interesse, mesmo Xiaojun notou que estão trocando olhares. Ninguém diz nada por respeito ao amigo, mas eles já sabem aonde isso vai dar: Haechan Lee nunca desiste do que quer.
Dejun escolhe ignorar os sinais, pelo menos por esta noite. Cerveja é pra isso, ele pensa. Eu não preciso pensar nisso agora, uma vozinha tenta o convencer. À medida que ele os amigos foram bebendo, menos ele se incomodou com as palavras não ditas entre você e Donghyuck, e ainda conseguiu se divertir um pouco.
Ao passar das duas, o álcool já havia vencido os meninos há tempos. Você, sem beber, fez bons registros das pérolas sem pé nem cabeça que eles talvez se esquecessem pela manhã. O problema é que teve de cuidar deles sozinha.
Yangyang e Renjun já estavam dormindo no sofá e os outros bateram cabeça nas cartas várias vezes, sinal claro que já passou da hora de encerrar as atividades, mas não davam o braço a torcer.
“Quem perder a próxima rodada vai pagar o uber.” Hendery desafiou, mas nenhum deles tinha disposição para terminar a partida de buraco.
“Quem chegar no térreo por último vai pagar o uber.” Hyuck retruca, sorrindo orgulhoso do próprio desafio.
“Eu tô de carro, levo vocês.” Lança a proposta na esperança de que eles aceitem logo. O cansaço já pesa o seu corpo.
“Tem certeza? Não vai te dar trabalho?” Xiaojun pergunta.
Cala a boca, Hyuck pensa. Ele já está mais desperto e calculando todos os jeitos de ficar sozinho contigo. Mesmo altinho, sabe bem o que está fazendo.
“Tenho, eles moram perto de mim. Não é trabalho nenhum.” Reafirma, já recolhendo suas coisas e colocando-as dentro da bolsa novamente, aproveitando para pegar as chaves do carro.
“Então acorda esses folgados aí, Dery.”
Kunhang se alonga dramaticamente como se estivesse numa preparação séria. Levanta-se com cautela e, sem coordenação alguma, pula e se joga em cima da dupla dorminhoca, que acorda no susto.
“Já são sete da manhã, lindinhos. Vamos embora?”
“QUE HORAS?” Renjun berra no ouvido de Liu, ajudando no processo de tirá-lo do sono.
“O que tá acontecendo?” A voz preguiçosa do outro mal é ouvida pelos amigos, mas assim que ele repara que está sendo encoxado pelos Huangs, não se contém. “SAI, PORRA! Nem pagam uma janta antes.”
“Se o síndico me mandar mensagem essa hora da madrugada eu juro que…”
“Então não são sete da manhã?” Renjun se espreguiça, bufando ao notar o céu ainda escuro. “Como a gente vai embora?”
“Ela vai dar uma carona pra gente.” Hyuck diz, e seu sorriso não agrada nada ao amigo.
Ignorando o olhar desconfiado de Huang para Lee, você balança as chaves nas mãos. “Vamos?”
Dejun desceu com vocês até o carro, deixando um beijo breve nos seus lábios como despedida. Haechan revira os olhos e gira nos calcanhares, indo até a porta do passageiro marcar seu lugar. Sem opção de escolha, os outros três se sentam no banco de trás.
“Vamos lá! Hendery mora daqui três ruas, né? Renjun e Yangyang perto do Norte Shopping e Hyuck lá no Méier?” Confirma enquanto manobra para sair do condomínio perto do estádio Nilton Santos, ou melhor, Engenhão.
“Sim.” Hyuck corta os outros. “Acho que é melhor me deixar por último porque aí atravessa o viaduto uma vez só.”
Desgraçado, Yangyang sussurra para Renjun, que concorda silenciosamente.
“Faz sentido.” Declara, por fim, fazendo o moreno comemorar em seu interior. No grupo do trio, eles trocam as seguintes mensagens.
Renjun: eu lavo minhas mãos Yangyang: vê se n faz merda pf Hyuck: q bom q vcs são imparciais
O muxoxo de Huang é tão alto que te preocupa. “Ai, que foi? Entrei na rua errada, Jun?”
Yangyang o cutuca com o cotovelo, apressando-o para te responder. “Hã?” Ele tenta se lembrar do que você acabou de dizer. “Não, não, tá certo. Agora é só daqui duas direitas.”
O caminho até que foi rápido — você fez ser. Talvez estivesse curiosa para saber o que os risinhos dele estavam escondendo, talvez também estivesse torcendo para ficarem sozinhos logo.
Assim que eles saíram do carro, a atmosfera mudou. Hyuck tomou a liberdade de descansar uma das mãos sobre sua coxa, observando sua reação — um suspiro quase imperceptível. O R&B baixinho só melhora tudo, a melodia envolvente provoca a imaginação de Lee. Ele está decidido a não deixar a oportunidade escapar.
“Você tá com pressa pra chegar em casa?” Ele pergunta com um quê de esperança, vendo que já haviam chegado ao Méier. Você acena que não com a cabeça. “Pensei da gente continuar a festa.”
“Hyuck…”
“Qual foi, só conversar um pouquinho.”
Você vira na rua dele, o prédio fica há apenas alguns metros.
“Tem vaga pra estacionar?” Você brinca, como se fosse uma condição para que você aceitasse o convite.
Haechan mostra o aplicativo que controla o portão automático já aberto no celular. “Não aceito não como resposta.”
Maldito. Maldito sorriso vitorioso também. Maldito Donghyuck Lee por mexer tanto com a sua cabeça ao ponto de te convencer a subir ao apartamento dele para conversar.
Por sinal, a conversa começa no elevador. O porteiro mal teve oportunidade de responder ao boa noite do casal, visto que Hyuck quase correu para dentro do cubículo. Apertou um dos botões, você nem viu o andar. Ao sentir os lábios dele nos seus, apenas fechou os olhos e deixou suas mãos passearem pela nuca alheia, entregando-se completamente.
Ao mesmo tempo que era tão novo, parecia tão familiar. Os dedos firme de Lee apertam sua cintura com força, mas sem pressa, no mesmo ritmo que te beija. Sua língua envolve a dele como se tivessem todo tempo do mundo. A lentidão dos movimentos não condiz com as batidas aceleradas no peito, a adrenalina corre pelas suas veias, porém não é só isso. É ele, culpa toda dele.
“Tava doido pra fazer isso.” Ele confessa, e morde seu lábio inferior delicadamente.
A porta se abre, e vocês caminham entre selinhos leves até a porta do 809. Agora que, finalmente, te beijou, Hyuck não quer perder um segundo sequer longe da sua boca.
Ele deixa que entre primeiro, você dá alguns passos mais para o centro da sala de estar surpreendentemente organizada. Tem algumas fotos decorando as paredes e um quadro enorme na parede ao seu lado, que prende sua atenção enquanto Haechan tranca a porta.
O homem absorve sua figura, parece focada na pintura que vê. Devagar, ele caminha na sua direção até chegar bem perto. Não dá para resistir a você. Ele troca os fios do seu cabelo de lugar, deixando uma parte do seu pescoço livre para que ele deixasse os beijos cuidadosos e molhados que ele havia guardado. Cola seus corpos num abraço apertado e sente suas costas se relaxarem.
Você conduz a mão livre do moreno a explorar o seu corpo. As digitais sob as suas afagam sua coxa, sua bunda, seu quadril, abdômen e vão sozinhas até um de seus seios. Ele aperta com carinho, sem deixar de abusar dos beijos ainda.
“Vem cá.” Você vira seu corpo e o beija outra vez. Agora com mais urgência, muito mais necessitada dos toques dele.
“Sobe.” Ele pede, te tomando no próprio colo depois que você dá um impulso leve e entrelaça as coxas em seus quadris.
É sua vez de distribuir beijos pela pele quente de Donghyuck. Ele se concentra, mas suas mordidas no pescoço dele não o ajudam. Ao chegarem no quarto, você é colocada na beirada da cama com muita delicadeza. Ele te admira um momento, mordendo o próprio lábio em antecipação.
Você o puxa para si novamente, sentindo o peso dele sobre seu corpo, sentindo o volume na bermuda dele arrastar na sua lingerie molhada e exposta pela barra curta do vestido que usa. O atrito não passa despercebido, o suspiro dele te agradou muito. Mais outra vez retomam o beijo, desta vez os quadris se alinham deliciosamente.
“Deixa eu tirar esse vestido?” Foi uma pergunta retórica.
Você sorri nos lábios do homem. De repente, troca a posição, ficando por cima. Provoca ao remover a peça bem lentamente, a visão o faz estremecer. “Gostosa.” Seus seios nus e a calcinha roçando nele o fazem querer tirar uma foto, parece o paraíso.
Não dá para acreditar que o otário do Dejun te viu assim, mas que porra. Você é dele.
Ele se senta e manda a própria camisa para algum canto do cômodo. Você traça os músculos tonificados com a unha, Hyuck adora a expressão no seu rosto ao vê-lo um pouco mais exposto. Ele beija sua clavícula e traça um caminho molhado até seus peitos, brincando com eles como bem entende. Usa os dedos para beliscar um e a língua para estimular o outro. Ele geme no processo ao sentir o ritmo das suas reboladas mudarem.
“Duvido que sua namoradinha faz você ficar assim tão rápido.” Nem deu tempo de reprimir as palavras, quando viu, já foi.
Algo incendiou em Donghyuck quando te ouviu falar assim. Não era só ironia, tinha algo possessivo. Ainda mais com as suas unhas apertando os ombros dele sem pena de marcar. Que bom que ele não era o único.
“Não faz, só você.” Ele responde submisso. Está irreconhecível, longe de ser aquele Donghyuck cuja missão de vida era te irritar. Aqui, agora, ele quer ser seu, realizar os seus desejos.
Você sai do colo dele e tira as últimas peças que ainda o cobriam. O membro rijo e babado te dá água na boca, e Hyuck sente de novo uma onda de prazer percorrer seu corpo apenas pelo seu olhar nele. Ele aproveita para acariciar o interior da sua coxa e subir até sentir sua umidade.
“Porra.” Ele geme, movendo a renda para o lado e lambuzando dois dedos nos seus fluidos. “Tá molhadinha, toda pra mim.”
“Hyuck…” Joga a cabeça para trás e sua pelve se move para frente. “Mais, amor, por favor.”
Haechan se livra de sua última peça de roupa com pressa e se senta bem embaixo das suas pernas entreabertas. “Senta, vem.”
Você reluta um instante. Ponto pra mim, ele pensa.
“Senta na minha cara, amor.”
“Mas não vai te-”
“Vem.”
Ele queria mesmo ser sufocado pela sua buceta, não poderia ligar menos de ficar sem respirar se fosse para te excitar ao ponto de escorrer pelo próprio rosto.
Hyuck começa devagar, ouvindo seus gemidos e deixando que seus sons o guiem. Lambe seu pontinho inchado na direção que te faz espremer as coxas ao redor do pescoço dele.
O tapa que estala na sua bunda, seguido de um aperto forte, te faz ver estrelas e melar mais ainda a boca gostosa do moreno que te engole inteira. Você sente os olhos revirarem pelo prazer quando ele encontra justamente o ponto que te tira do eixo. O nome de Lee sai de seus lábios repetidas vezes, ao passo que sua respiração desregula, seus dedos do pés travam, e você goza na língua do homem. Todo o seu corpo pulsa rápido, ainda mais errática lá embaixo, deixando-o orgulhoso do próprio trabalho.
Haechan deixa que você se recupere, te deitando sobre a cama. Você captura seus lábios, e ele se derrete no contato. Uma de suas mãos dá a atenção que o pau carecia, e ouve-o arfar em satisfação. O moreno está entorpecido na sensação de tê-la assim tão perto, algo que antes não passava de um devaneio. A quantidade de coisas que deseja, cheio de tesão, não está escrito. Mas ele tem paciência, qualquer coisa que você der, ele aceita.
Não contava, entretanto, que você mesma já estava impaciente.
“Vai me comer, Hyuck?” Sua voz diz, muito mais num tom de comando do que curioso.
“Fala que quer meu pau, gostosa. Eu faço o que você quiser.”
“Me fode, amor. Por favor, me fode.”
Irresístivel um pedido assim. Ele admira seu corpo despido como um enfeitiçado. Alinha o pau na sua entrada, brincando com seu gozo e provocando com a cabecinha. Porém, não aguenta muito tempo. Logo escorrega a extensão inteira sem dificuldade alguma. Enterra o rosto na curva do seu pescoço para não se deixar levar pela sensação.
“Caralho. Muito apertada.”
Então você comprime o canal de propósito, Hyuck suspira alto e agarra o lençol com os nós brancos das mãos.
“Gata, porra! Caralho, faz de novo.” Ele pede, começando os movimentos, bem lentinho. Você atende ao pedido, e ele geme sem pudor. “Que buceta gostosa, puta merda.”
“Vai, amor. Me come, assim.” Pede, entregue novamente.
O vai e vem de Lee aumenta aos poucos, os barulhos de pele na pele preenche o quarto junto com os gemidos e os elogios do moreno. A melhor buceta que já comi, ele confessa sem pensar. Você é só minha, se convence.
Ele nunca havia se sentido assim, tão focado e tão fora de si ao mesmo tempo, tão vivo. Não dá para saber se era porque havia a tensão e o desejo de meses acumulados, mas nunca esteve tão eufórico, não sabia que era possível querer tanto ao ponto de arrepiar dos pés a cabeça e questionar que porra de conexão é essa que só de te olhar ele se sente perto do ápice.
“Goza pra mim, Hyuck.” Passa o polegar sobre os lábios avermelhados dele. “Goza dentro, me faz sua.”
Finalmente, ele se desfaz, despejando os jatos grossos no seu canal. A euforia o percorre por inteiro e o faz perder a cabeça um momento. A porra escorre até o branco do lençol, faz uma bagunça. Ele não se importa.
Você o abraça até que se acalme, e Haechan aproveita, sente o cheiro da sua pele, processa os últimos acontecimentos. Se for chamado de filho da puta pelos amigos pelo resto da vida em troca de te ter, foda-se, ele está mais do que disposto a aceitar.
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Poseer cuerpos siempre ha sido mi forma de disfrutar de mi vida. La sensación de tener el control de alguien me pone muy cachondo. Actualmente vivo solo en un condominio de dos habitaciones y normalmente contrato a un stripper gay para que venga a mi casa y me apodere de su cuerpo cuando no está mirando, pero solo podría quedarme en ellos una noche y devolverlos al día siguiente para no levantar sospechas. No quiero que la policía venga y llame a mi puerta. Un día se me ocurrió una idea: ¿para qué tener un compañero de cuarto? Trabajo desde casa, así que apenas salgo, el alquiler no es un problema debido a mi trabajo y tener un cuerpo agradable disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sin plantear ninguna pregunta, es un plan perfecto.
Publiqué un anuncio en Internet buscando un compañero de piso y he recibido varias llamadas. Después de un par de entrevistas y encuentros, me he decidido por mi nuevo "compañero de piso". Alexis, de 25 años, busca un lugar donde quedarse mientras busca trabajo. Sus pasatiempos son hacer ejercicio y nadar. Tiene una personalidad increíble, pero lo más importante es que tiene un cuerpo atractivo.
El día de la mudanza, saludé a Alexis afuera de mi departamento y lo ayudé a llevar sus pertenencias. Después de que todo estuvo listo en el departamento, le dije que se sintiera como en casa y que fuera a descansar a mi habitación, ya que su cama aún no estaba allí. Me agradeció y entró a mi habitación. Sonreí cuando entró y comenzó a quitarse la ropa hasta quedar en calzoncillos tipo bóxer. Se volvió hacia mí y me preguntó si me molestaba que se desnudara, ya que estaba más cómodo así cuando estaba adentro. Le dije que no me molestaba. Agotado, se acostó en mi cama y se quedó dormido.
Momento perfecto. Me quité la ropa y entré en mi habitación y le sonreí al príncipe dormido. Serás mío. Lentamente le quité los calzoncillos boxer y me coloqué encima de él. Hay muchas formas de poseer un cuerpo, pero esta es, de lejos, mi forma favorita, el sexo. Pensar en estar dentro de su cuerpo ya me tiene dura, coloco mi pene frente a su ano y empujo lentamente hacia adentro. La invasión repentina despertó a Alexis cuando giró la cabeza para ver qué estaba pasando. Grita preguntando qué le estaba haciendo. Antes de que pudiera escapar, lo inmovilizo con mi cuerpo. Le digo que no se preocupe y que solo dolerá un poco antes de que se convierta en nada más que placer. Se retuerce debajo de mí haciendo todo lo posible por liberarse hasta que la cabeza de mi pene completa su entrada. Jadea por la sensación y deja de moverse. Sonreí y continué empujando más, lo que le hizo gemir. Una vez que todo mi pene estuvo dentro de él, me incliné hacia sus oídos y le susurré que su cuerpo iba a ser mío. Comencé a empujar dentro y fuera de él, lo que le hace gemir aún más fuerte. Antes de que se diera cuenta, comencé a fusionar sus piernas con las mías hasta que solo las suyas eran las únicas allí. Miré hacia atrás y admiré mis nuevas piernas antes de continuar el proceso. A continuación fue su torso inferior, mientras continuaba empujando pronto fue solo su cadera la que empujaba y se frotaba contra las sábanas. Gime aún más ahora que es su propia polla la que siente el placer de ser frotado contra las sábanas combinado con mi placer. Luego su torso superior, luego sus brazos y finalmente fue solo mi cabeza sobresaliendo de su cuello. Antes de completar la posesión, me puse de pie con nuestro cuerpo y caminé hacia mi espejo colgante para admirar nuestro cuerpo. Sonreí cuando vi a Alexis jadeando por el proceso de posesión tratando de recuperar el aliento. Alexis se mira a sí mismo y a mí sobresaliendo de su cuello y me ruega que pare. Sonreí y con sus propias manos agarré la cara de Alexis y la giré hacia la mía y cerré mis labios con los suyos antes de decirle que no. Regresé a la cama y comencé a frotar nuestra polla en las sábanas lo que lo hizo gemir nuevamente. Después de un par de frotamientos más, puedo sentir que estamos a punto de corrernos y antes de que nos corramos, empujé mi cabeza contra la suya y tomé el control total y me corrí por todas las sábanas. Me acosté boca arriba y admiré mi nuevo cuerpo mientras el semen seguía goteando de mi nueva polla. Tomé el semen y lo esparcí sobre mis nuevos músculos y sonreí. Voy a disfrutar de este cuerpo.
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La conejita de Sainz
Carlos "Chilli" Sainz
cw: obscenidad/pwp, lectora-esposa, apodos, lectora borracha, fetiche paternal, fetiche de tamaño, diferencia de edad (24/36), misionero, charla sucia, apodos.
La historia original pertenece a @bunnys-kisses
El licor corría suavemente por tu cuerpo mientras caminabas por el borde de la piscina. Te reías mientras tratabas de mantener el equilibrio.
" Conejita", escuchaste la voz de Carlos mientras te alejabas de la piscina y te apoyabas contra su pecho.
Te aferraste a la parte delantera de su camisa blanca y te reíste. Miraste hacia arriba y sonreíste, "Chilli". Intentaste ponerte de puntillas para besarlo, olvidando la realidad de que estabas en medio de una fiesta en la piscina.
Alguien había tomado demasiadas sangrías y estaba borracho y un poco tonto junto a la piscina. Carlos casi lo encontró adorable, si no estuviera tan cerca de la piscina. No quería que su pequeña conejita se golpeara la cabeza.
Él ahuecó la parte de atrás de tu cabeza por un momento y presionó tu cara contra su pecho. Gemiste un poco en su camisa mientras la oleada de borrachera corría hacia tu cabeza. Pobre conejita.
"¿Qué estás haciendo, conejita ?" preguntó mientras te alejaba de la piscina y te acercaba a las sillas del patio. Te bajó y se agachó a tu lado.
"Quería nadar", cantaste y pateaste un poco los pies, lo que solo te hizo reír a carcajadas. Eras dolorosamente adorable.
Estabas vestida para la ocasión, con un bikini estampado de color amarillo pastel y azul oscuro que mostraba felizmente tus curvas a los asistentes a la fiesta. Podrías llamar la atención de cualquier hombre, pero luego tendrían que lidiar con la mirada asesina del piloto madrileño.
Carlos tomó tus manos y te miró, "no creo que sea la mejor idea ahora mismo". Frotó tus nudillos por un momento mientras miraba tus manos, "no te pares demasiado cerca del borde, conejita . podrías lastimarte".
Lo miraste y te reíste, "Carlos, ¡te preocupas demasiado!" y uniste tus dedos con los de él juguetonamente, "Estoy tan bien como la lluvia".
Carlos te miró, claramente no estabas "bien como la lluvia", estabas más borracho que un marinero y todavía tenías más en tu taza. Afortunadamente, lo dejó en una mesa auxiliar cercana antes de que terminaras todo el tiempo. Besó tus manos amorosamente y dijo: "¿Qué tal si entramos un rato?" Su tono era tierno.
"pero la fiesta."- dije con un puchero.
Carlos se inclinó para besarte en los labios. "Sé que eres el alma de la fiesta". Se inclinó un poco más hacia tu oído y dijo: "Pero papá quiere que no tengas resaca. ¿Te gusta mi persona ?"
Hiciste pucheros por un momento antes de asentir con la cabeza y dejar que Carlos te ayudara a levantarte de la silla. Él se mantuvo cerca de ti mientras te llevaba adentro. Afortunadamente, la mayoría estaban afuera, disfrutando del sol del verano italiano.
Pero la pobre Conejita de Carlos había tomado demasiado licor y demasiado sol. Le preocupaba que te quemaras con el sol mientras te llevaba a través de la casa de verano hasta el dormitorio en el que ibas a dormir durante la semana.
Carlos te detuvo al pie de la cama antes de desatar los cordones de tu bikini y dejarlo caer de tu cuerpo, fue fácil nada los mantenía sujetos a tu cuerpo.
Pobre niña, las líneas de bronceado iban a ser interesantes en unos días. Puso sus manos sobre tus caderas desnudas y te miró a los ojos. Se arrugaron cuando sonrió. "Buena niña". Frotó círculos en tus caderas con sus pulgares. "Sé que querías festejar más, pero papá tiene que cuidarte".
Hiciste pucheros, "Ni siquiera estoy tan borracha. ¡Puedo probarlo!" cantaste patéticamente. Hoy eras su pequeña princesa borracha.
—¿Y cómo lo harías, mi pequeña conejita ? —preguntó mientras te miraba. Se detuvo sobre ti como una sombra alta, era más alto que tú.
"¡Podría chuparte la polla!" le sonreíste.
Él te miró y sonrió, "Creo que te he malcriado, ¿no?" preguntó mientras sostenía tu barbilla para que siguieras mirándolo. Se rió entre dientes, "Te malcrié muchísimo, ¿crees que puedes obtener lo que quieras si me chupas la polla?" Sacudió la cabeza.
No podía creer que había dejado que su pequeña se volviera tan malcriada, pensando que ella podría salirse con la suya si tan solo lo hacía correrse. Te dejó en la cama y se puso encima de ti. Su cinturón fue lo primero que se quitó.
Rápidamente ajustó el cinturón alrededor de tus muñecas, asegurándose de que su pequeño ángel se quedara quieto. Con tus muñecas atadas, miró tu cuerpo desnudo. Sus manos recorrieron tus costados, lo que te hizo retorcerte.
"Por eso no quería que usaras ese bikini", dijo sacudiendo la cabeza y con los ojos clavados en tu figura, "todos se quedarían mirándote. Eres la mujer más hermosa que jamás habían visto". Se acurrucó más cerca de ti y te besó la cara con tanto cariño, "no quería que mi pequeña esposa saliera lastimada. Habías bebido demasiado, Tienes que escuchar a papá o podrías lastimarte".
Su ternura te hizo retorcerte, podías sentir la pegajosidad entre tus muslos crecer por sus palabras suaves pero fuertes. Él no estaba arrojando a su princesa sobre su regazo y abofeteando sus mejillas hasta que se amorataran. Él solo pensó que simplemente no lo sabías mejor, que no estabas acostumbrada a que las cosas estuvieran en tanta abundancia.
Eras la esposa de Carlos, más pequeña, más débil, más inocente, dolorosamente más joven. Carlos sintió una sensación de protección sobre ti cuando capturó tus labios en los suyos y sus dedos encontraron su camino hacia su cabello. Gemiste en el beso y pudiste sentir tu calor irradiando tu cuerpo.
Cuando él se apartó, tomaste su camisa blanca y comenzaste a desabrochar los pequeños botones. Te estabas impacientando y, como la mocosa que eras, dejaste caer tus manos sobre la cama y gemiste: "¡Papi!"
Él se rió entre dientes y se inclinó hacia atrás para sacarse la camisa del cuerpo. Una vez que se la quitó, junto con la camiseta blanca, tus manos recorrieron su torso desnudo.
Tu núcleo palpitaba mientras gemías: "Papi, vamos. ¡He sido buena!"
Él te sonrió y dejó que las prendas cayeran de la cama en un montón en el suelo. Su pequeña diosa del sol, su pequeña conejita... no había suficientes palabras en ninguno de los idiomas que se hablaban que describieran con precisión lo que sentía por ti.
Se quitó los pantalones sin tu ayuda y tu mirada se detuvo en el bulto de sus calzoncillos. Su polla estaba dolorosamente dura, lo que significaba que sentirías su longitud en lo profundo de tu coño.
Él era una ducha, seguro. Sin cortar y pesado. Incluso después de todo este tiempo de tener sexo con él, todavía era un ajuste apretado. Una vez dijo que era como tratar de caber en un lugar de estacionamiento estrecho . Cuando hiciste una mueca por su broma, él simplemente te tiró las rodillas a las orejas y te hizo ver estrellas.
"¿Te gusta lo que ves, conejita ?" preguntó con curiosidad, agarró tus manos atadas y te hizo tocar su polla a través de su ropa interior. Su impresionante tamaño todavía te hizo tragar saliva mientras lo sentías.
No te hizo ninguna gracia admitirlo, pero en otra ocasión, cuando estabas borracho en una fiesta en la piscina, charlaste alegremente con Charles o Lando (no te acordabas) de que Carlos tenía la "salchicha española más rica" y luego te echaste a reír antes de irte tambaleándote a buscar a tu marido. Todo lo que sabías era que ambos conductores no pudieron mirar a su amigo a los ojos durante unos dos meses después. Saberlo todo era demasiado para ellos.
Asentiste, "Sí, papi. Creo que se ha vuelto más grande".
Él se rió entre dientes mientras bajaba su ropa interior debajo de su polla, esta se balanceó y tú tragaste saliva al verla. Te dijo mientras estiraba la mano para acariciar tu suave mejilla, "es solo para satisfacer tu apetito insaciable, conejita ".
Hiciste pucheros, el zumbido en tu cabeza era fuerte mientras decías, "¡No soy tan codicioso!"
Te dirigió una mirada severa mientras decía: " Conejita, no mientas. Ya sabes lo que les pasa a los mentirosos". Te dijo enarcando las cejas y observando tu movimiento incómodo. Podía notar que te estabas poniendo caliente por todas partes.
"Lo siento, papi."
Se quitó la ropa interior y la dejó en el suelo con el resto de su ropa. Se sentía como si el resto del mundo se hubiera apagado, ni siquiera podía concentrarse en los sonidos de la fiesta afuera. La música y las conversaciones llegaban a través de las ventanas abiertas, pero estaba tan embelesado por tu belleza desnuda debajo de él.
Sus manos rozaron tus costados mientras te veía reír. Te retorciste un poco, qué niña tan cosquillosa. Él se inclinó para besarte, estaba arrodillado entre tus piernas y sus manos estaban toqueteando tus pechos.
El beso fue descuidado y desordenado, te hizo sentir caliente por todas partes. Tener a tu apuesto esposo demorándose sobre ti, su lengua dentro de tu boca. Su polla estaba completamente firme, ansiosa por hundirse en ti. Se frotó contra ti, su dura polla presionada contra tu estómago.
El empujón hizo que tu corazón se acelerara antes de que él se alejara y miraras fijamente esos hermosos ojos. Te moviste un poco, el placer y el alcohol hicieron que tus pensamientos fueran turbios. Parecías estar impulsada por el único propósito de alcanzar el orgasmo.
Él te agarró por los muslos y los levantó, mantuviste la posición mientras él colocaba una almohada extra debajo de tus caderas para hacer palanca. Se lamió los labios al verte.
"Hermosa, pequeña conejita ", se rió, " cariño". Su tono estaba vidrioso con afecto mientras se colocaba completamente entre tus piernas y frotaba su polla contra los labios de tu vagina.
Gimoteaste y trataste de cubrirte la cara con tus manos atadas, pero Carlos no quiso saber nada de eso. Se tumbó de nuevo en la cama y se inclinó sobre ti. Con su polla dura en la otra mano, "No te escondas de mí", dijo, su voz teñida de más lujuria, "Quiero ver la cara de mi hermosa esposa cuando la estoy follando". Sus palabras fueron sucias, "Quiero que recuerdes esta cara para cuando no esté y te sientas tan necesitada. Pequeña necesitada".
Tu corazón latía con fuerza mientras él frotaba su polla contra tu coño, casi deslizándose dentro. Te retorciste un poco con anticipación, pero Carlos te mantuvo abajo.
—No, no —dijo—. Quédate quieto.
"Pero papii", hiciste puchero.
Él negó con la cabeza, "compórtate". Dejó un dolor en ti que pronto fue llenado por su polla entrando suavemente en ti. Él te observó hacer una mueca y esperó un momento para que te adaptaras porque él se hundió por completo.
Su mente se quedó en blanco por un momento antes de salir de ella para continuar empujando toda su longitud dentro de ti. Tenía tus piernas envueltas alrededor de su cintura. Amaba la sensación de tu suave piel contra la suya. Te veías divina, nerviosa y borracha, pero anhelándolo.
un dolor carnal, de esos que te dejaban la cabeza dando vueltas. el placer te dejaba ahogado mientras tus gemidos eran dulces ruidos para sus oídos. su encantadora esposa. ¿Cómo tuvo tanta suerte?
Te mantuvo inmovilizada contra la cama con sus manos en tu muñeca y comenzó a empujar. Usó su agarre en ti como palanca. Su polla estaba cómoda en tu apretado coño, un ajuste apropiado. Empujó dentro y fuera de ti y te dejó sin aliento. Escuchó tus gemidos aéreos mientras empujaba su polla dentro de ti.
Eras tan dolorosamente dulce. Su pequeña y tonta conejita , la pequeña cosa que lo tenía alrededor de tus dedos. Te miraba con amor, dándote besos abrasadores. Sus caderas chocaban contra ti mientras arqueabas la espalda fuera de la cama. No tenías la fuerza para soltarte de su agarre.
Incluso a su edad, él todavía era capaz de inmovilizarte y follarte sin parar. Hacerte ver estrellas cuando el placer te invadía. Algunos gemidos quedaron atrapados en tu garganta, lo que lo incitó a follarte duro.
El marco de hierro de la cama chocaba contra la pared blanca del dormitorio. La luz de la tarde entraba por las ventanas. Eras un espectáculo digno de contemplar en el resplandor del día. Su pobre ángel, estabas un poco quemado por el sol.
pero estaba bien, papá se encargaría de eso, tal como cuidaba de ti en todo lo demás. Sus besos eran delicados en tus mejillas y clavículas, a diferencia del ritmo en el que te estaba cogiendo.
Fue opresivo y fuerte, hizo que se te hiciera un nudo en el estómago mientras sentías los latidos de tu corazón en tus oídos. Él te abrazó y te hizo rebotar sobre su polla.
Tus retorcimientos solo alimentaron el fuego en sus entrañas mientras empujaba su polla dentro de ti hasta la raíz. Se aseguró de que recordaras firmemente la sensación de él dentro de ti. Tus expresiones, desde el poco dolor hasta el inmenso placer, solo hicieron que el hombre mayor se sintiera más excitado por ti.
Sus palabras eran sucias mientras se frotaba contra ti, "¿Te gusta cuando te cojo? ¿Cuando se siente tan bien? Te gusta cuando te tengo inmovilizada en la cama y te cojo como a un animal. Hay gente afuera que quiere verte y hablar contigo, pero en cambio estás demasiado ocupada tomando la polla de tu marido como la buena chica que eres". Te besó en la entrepierna, estaban húmedos y te pusieron caliente por todas partes, "hermosa, niña". Ronroneó, "Sabes exactamente cómo hacerme sentir bien. No es tu culpa que te emborraches tanto, solo te dieron vaso tras vaso. Pequeña tontería", se rió entre dientes mientras dejaba un lindo chupetón en tu cuello.
Estabas en las nubes, dejando que tu marido te follara. Sentías el placer en tus entrañas cuanto más fuerte embestía. Estabas perdida en un mar de lujuria mientras sentías que tus paredes se aferraban a su polla. Dos mitades de un agujero perfecto.
Jadeaste salvajemente y trataste de aferrarte a él, pero él te tenía por las muñecas. Estabas atrapada debajo de él, con las piernas alrededor de su cintura mientras él empujaba dentro de ti.
Su ritmo comenzó a tambalearse y sentiste el calor acumularse en tus entrañas. Gemiste y te retorciste tanto como pudiste. Y antes de que te dieras cuenta, sentiste la oleada del clímax consumirte por completo. Tus ruidos se cortaron cuando quedaron atrapados en tu garganta y tu cabeza palpitaba por la emoción.
" Conejita ", ronroneó.
"ahmh papii", respondiste, sintiendo la lengua pesada en tu boca.
Él empujó más dentro de ti, doblando tu espalda para perforarte con su polla. Podías saborear el líquido preseminal en el fondo de tu garganta. Te cogió sin demasiado abandono hasta que sintió la intensa experiencia del orgasmo.
Él entró en ti y tú lo aceptaste como la buena esposa que eras. Gimoteaste su nombre mientras él disminuía la velocidad. Su pobre chica ya estaba sobreestimulada. Él quería una segunda ronda, pero tú estabas drogada. Tu cabello era un desastre, parcialmente quemado por el sol con el alcohol todavía en tu sistema.
"Pobrecita, conejita ", te susurró mientras sostenía su polla dentro de ti por un momento.
Luego se retiró y frotó su polla ablandada contra tu coño para una última sensación de tu sexo. Estabas feliz, exhausta debajo de él.
—¿Mi conejita ya terminó por hoy? —preguntó mientras palmeaba tus pechos, sintiendo la masa entre sus dedos.
Asentiste lentamente: "Sí, papi".
—Bueno, descansa ahora, Conejita . Voy a ver cómo están nuestros invitados. Si te sientes mejor, puedes unirte a nosotros nuevamente. Pero no más alcohol, no es bueno para una chica como tú. —Besó la parte superior de tu cabeza antes de salir de la cama para buscar su ropa.
Permaneciste acurrucada desnuda con la manta sobre tu cabeza, miraste desde la manta y tuviste una buena vista del trasero de tu marido mientras se inclinaba para recoger sus calzoncillos. Te reíste para ti misma antes de seguir vigilándolo.
Aquí les dejo la historia original por si gustan leerla.
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Algunos ateos de izquierda son tan insoportables.
Sólo digan que no son de Latinoamérica.
Yo, como comunista y atea, tengo mis críticas a la religión organizada, sin embargo no puedo obviar la relación entre religión/es y movimientos de liberación que ha existido en Abya Yala. Acaso voy a decirle a una persona indígena que lucha por sus tierras contra los intereses de los capitales extranjeros que su creencia en la Pachamama no tiene sentido? Voy a decirle a un creyente cristiano que le reza a San Cayetano porque perdió el laburo que eso es una pérdida de tiempo? Voy a ignorar que buena parte de la izquierda en Argentina tiene origen judío? Por supuesto que va a ser imposible trabajar con creyentes fundamentalistas, sea de la religión que sea, y que es mejor tener cuidado con los dirigentes reaccionarios que van a querer evitar como sea una revolución socialista, pero ponerte a discutir con la gente de a pie sólo porque sí, porque tenés ganas de decirle que sus creencias son ridículas? Entonces la/el ridículo sos vos.
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Wikipedia está en pie de guerra contra la IA
DTES Wikipedia quiere erradicar la IA de su servicio, o al menos limpiar todo el contenido generado con IA que pueda ensuciar las entradas de la enciclopedia digital colaborativa. Como informa 404 Mediosun equipo de editores de Wikipedia se ha reunido para crear «WikiProject AI Cleanup», que se describe a si mismo como «una colaboración para combatir el creciente problema del contenido generado…
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"No pudieron con las sanciones, no pudieron con las agresiones, no pudieron con las amenazas. No pudieron ahora y no podrán jamás con la dignidad del pueblo de Venezuela", dijo el presidente, agregando que "el fascismo en Venezuela, la tierra de Bolívar y Chávez, no pasará ni hoy ni nunca".[...]
En su discurso, Maduro cargó con fuerza contra el presidente de Argentina, Javier Milei. "A Milei le digo: no me aguantas un round, bicho cobarde", dijo.
"Desde Caracas digo: no al nazi fascista de Milei", agregó, diciendo que "tiene cara de monstruo, además. Es feo. Estúpido".
"Venezuela puede decir hoy en esta madrugada que está de pie y lista para seguir caminando su destino glorioso en el siglo XXI", siguió.
29 de Julio 24
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Mini shots (Aemond/ Aegon)
Masterlist de mi autoría
Sinopsis: dos shots cortitos enfocados en unos pequeños Aegon y Aemond enamorados de la lectora.
Aemond: *planchabas las decenas de sábanas recién lavadas cuando el joven príncipe apareció en el lavadero*
____ tomaba una de las tantas fundas de almohada y comenzaba a acomodarla en la mesa cuando el joven rubio apareció, dejándose caer en la inmensa pila de ropa blanca. La joven rió bajito.
—¿Por qué razón hoy me revuelve las sábanas, majestad?—
—Ellos... Se burlaron de mi.—Aemond se hizo una bolita sobre las sábanas—. Se rieron.—
—¿Esta vez por qué?—
—... Porque no tengo dragón.—____ dejó su tarea, acercándose al chico. Se sentó en el suelo, acariciando su blanquecino cabello.
—Que no te moleste, ya obtendrás tu dragón...—le sonrió.
—Pero ellos lo tuvieron antes, eso los hace mejor de cierta forma.—
—De cierta forma, puede ser... Pero tú eres muuucho mejor en otros aspectos más importantes.—Aemond la miró con curiosidad—. Tienes un gran corazón, serás un gran líder en el futuro... Yo lo veo, y espero que tú llegues a verlo también.—besó su frente antes de ponerse de pie—. Ahora salga de las sábanas, majestad... hay que plancharlas.—El chico se levantó con un mejor estado de ánimo con el que llegó, mirando con suma gratitud a la chica que seguía en su tarea.
Sabía que aún era pronto y que las responsabilidades con su familia no lo permitirían...
Pero el pequeño príncipe añoraba con su vida poder tener a la joven a su lado como su esposa en un futuro.
Aegon: *te cruzaste al ebrio príncipe en las escaleras del castillo, preocupándote al ver su terrible estado*
—¿Se encuentra bien, majestad?—Aegon estaba por mandar al diablo a aquella persona que osaba tomarlo del brazo, pero al encontrarse con una hermosa joven, no pudo evitar sonreír.
—Ahora que te veo, sí... Me encuentro mejor que nunca.—La declaración tomó por sorpresa a la joven, quien no tardó en sonreír.
—Debería ir a descansar, principe Aegon... En unas horas será la gran cena y lo mejor sería que usted esté lúcido.—El rubio se acercó a la mujer, tomándola de la cintura y arrinconándola contra la pared.
—¿Quieres dormir conmigo? Me sentiría más relajado si me acompañas.—Antes de poder reclamarle que se alejara, Aegon cayó desmayado, siendo atrapado con dificultad por ____. La muchacha llamó a las sirvientas, pidiendo que lo escoltaran a su cuarto.
—Que cosas... Tan joven y ya con problemas de alcohol.—negó divertida antes de marcharse del lugar.
—Te conviene que te comportes, Aegon. La familia Trevors es muy importante para el reino, y alguna de sus hijas podría ser la única chance de que esquives el casamiento con tu hermana.—La nula atención que Aegon le estaba dando a su madre subió a tope al escuchar aquello.
—¿Puedo cancelar la boda?—
—Tal vez, solo si haces buena presencia y dejas de tomar cuanto alcohol te pongan enfrente.—
—Lo intentaré... ¿Alguna de estas hijas es linda?—
En cuanto el escudero anunció la presencia de la familia Trevors, Aegon miró hacia la puerta, sorprendiéndose al ver a cierta chica entre aquellas personas.
—¿Descansó bien, príncipe?—la chica le sonrió—. ¿O de verdad le hizo falta mi compañía?—
Alicent miraba sorprendida como su hijo se había comportado de manera excepcional esa noche, siendo su extraña fascinación con cierta doncella lo único preocupante.
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Lejos del Sol (Quema de Amor) - Esteban Kukuriczka
+18! Dom!Esteban. Biting, (alusión a) belly bulge, choking, (posible) dacrifilia, (breve) degradation, dirty talk, (mención de) marking, sexo sin protección, somnofilia, spitting, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Buenos Aires, 17:53
Los últimos rayos de sol iluminando la cocina te permiten ver las infinitas e inevitables partículas de polvo danzando en el aire. El pensamiento te hace arrugar la nariz y, cuando tu expresión llama su atención, tu novio sigue la dirección de tu mirada para encontrar el motivo de tu disgusto.
Él no se fija en el polvo, sólo en la luz, extendiendo su brazo para que lo ilumine como un reflector y moviendo sus dedos.
La acción te saca de tus pensamientos y lo imitás con una pequeña risa que interrumpe el silencio reinante en la cocina. Te sonríe, su mano todavía suspendida en el aire busca la tuya con un gesto que sólo podés catalogar como dramático, y su índice señalándote -probablemente con intenciones de evocar una famosa pintura- te hace reír nuevamente.
-El café- dice antes de que el sonido de la cafetera los sorprenda a ambos-. ¿Servís vos...? Ya vengo.
Es un sábado extremadamente aburrido, tranquilo, pacífico, y la mayor parte del día estuvieron acurrucados entre las sábanas, con tu cabeza descansando sobre su pecho y su respiración acompañándote hasta que el sueño te ganó en más de una ocasión. Cuando por fin abandonaron la cama, cerca de la hora del almuerzo, lo hicieron con movimientos lentos y perezosos.
Moviéndose en silencio, siempre cerca del otro, prepararon el almuerzo y ocuparon sus respectivas sillas en la mesa. El ruido de la televisión en la sala de estar los acompañaba, lejano e incomprensible entre las palabras que intercambiaban, logrando distraerte en algún momento y permitiendo que tu novio arrojara todavía más queso sobre su comida.
Ocultó su sonrisa pícara sin mucho éxito y cuando lo regañaste, argumentando que consumir queso en cantidades industriales no podía ser sano, intentó comprarte con una mueca que debió considerar que sería extremadamente tierna; en realidad -tenías que admitir- lo era, pero su cabello despeinado cayendo en todas direcciones resultaba gracioso y no le fue de ayuda.
-Peinate- suplicaste cuando dijo que tomaría una rápida ducha. Dejó salir un sonido de molestia, una mezcla entre un quejido y un gruñido, pero el esbozo de una sonrisa tiró de sus facciones y antes de marcharse acarició tu brazo por un breve instante.
Cuando abandonó el baño te encontró en la habitación y se arrojó sobre la cama, ataviado únicamente con un bóxer y una camiseta holgada que caía dejando ver uno de sus hombros. Observó en silencio tu indecisión a la hora de escoger ropa, sin comprender por qué dudabas tanto entre dos prendas igual de cómodas.
-Podrías haberme hecho compañía, ¿no?- dijo contra el colchón-. Ahorrábamos agua.
-Sí, seguro- negaste, más que consciente de la manera poco ecológica en que terminaban todas las duchas que tomaron juntos.
Regresaste media hora más tarde y él se encontraba profundamente dormido sobre tu lado de la cama, abrazando tu almohada con fuerza. Su cabello todavía estaba húmedo, algún que otro mechón iluminándose bajo esa franja de luz que atravesaba la habitación desde la ventana. Abrazaste su cintura y descansaste tu mejilla sobre su espalda.
Fue un alivio (y en parte una pena) no caer nuevamente en su trampa, pensás ahora y te ponés de pie lentamente. Todavía pueden compartir despiertos los últimos vestigios de la tarde.
Mientras esperás su retorno te encargás del café y te preguntás que estará haciendo. No recordás en qué dirección se desvaneció una vez que cruzó el umbral y no escuchás ruidos que te permitan saber en qué lugar de la casa se encuentra, pero por la expresión en su rostro estás segura de que recordó algo impostergable.
Esteban es así. Siempre.
Tiene la costumbre de interrumpirse a media oración para explicar algún pequeño detalle, relacionado directa o indirectamente con lo que sea que esté diciendo; si recuerda algo o un pensamiento lo invade tiene que expresarlo en voz alta, esperando el momento oportuno para compartirlo, por no mencionar los momentos en que huyó de una habitación corriendo para buscar algún objeto o pertenencia random.
Cuando estás relatando una anécdota suele perderse en el movimiento de tus labios, sostenerte la mirada como si intentara leer tu mente e invadir tu espacio personal como si tuviera la única intención de fusionar sus átomos con los tuyos. El destello en sus ojos todavía provoca que tropieces con las palabras y él jamás parece saber que es el responsable, pero completa tus frases para ayudarte a retomar el hilo.
Observás en trance las tazas y los hilos de vapor dibujando espirales, esfumándose en el aire, recordando todos esos pequeños detalles mientras la luz del sol continúa derramándose por toda la habitación, iluminando la cerámica blanca y las plantas.. Y entonces llega a tus oídos el sonido de sus pasos acompañados por una melodía que reconocés con facilidad.
Volteás en el momento exacto en que entra en la pequeña cocina y su sonrisa es inmensa, brillante y cautivadora. Comienza a caminar hacia vos con pasos rítmicos y tu expresión de resignación, como si estuviera por torturarte, lo hace soltar una carcajada.
Esteban gira sobre sus talones con una energía impropia del día y de la hora antes de extender una mano en tu dirección. Tu resistencia comienza a desmoronarse y te sentís presa de la fluidez con que su cuerpo en constante movimiento, elegante pero aún así desenfadado y perfectamente sincronizado con la canción, provoca que su ropa se arrugue y su cabello dorado baile.
-Dale- insiste y cruzás tus brazos sobre tu pecho-, no seas mala.
-Estoy cansada- decís para escapar de su invitación-. Y se va a enfriar el café…
Resistirte es cada vez más difícil porque tu cuerpo comienza a seguir la música en contra de tu voluntad y ocultarlo es imposible. Tus manos están ahora entrelazadas, todavía fingiendo estar en una profunda negación, pero el sutil vaivén de tu figura es delator y una sonrisa comienza a crepitar en tus labios.
Esteban extiende su otra mano y, cuando por fin aceptás con una risa, tira hasta que te rendís contra su pecho. Colocás tus manos en sus hombros y toma tu cintura para guiarte, tus torpes movimientos volviéndose más naturales luego de unos segundos y sincronizándose con los suyos, que parecen insistir con guiarte hacia la sala de estar.
Tus movimientos se tornan más seguros y la armonía de sus risas se entremezcla con la canción. Esteban te hace girar, siempre sosteniendo tu mano, y cuando su mirada vuelve a encontrar la tuya estás segura de que no existe en el mundo un mejor lugar que este, repleto de amor y complicidad, intimidad y alegría.
El mundo exterior parece desvanecerse y el tiempo detenerse mientras ambos continúan bailando. Sus sombras se proyectan sobre la alfombra y los muebles, cada vez más largas y también más cercanas la una de la otra por el espacio ahora inexistente entre sus cuerpos.
Sus respiraciones se entrelazan.
-¿Sabías que Bill Withers era tartamudo?- pregunta en un susurro.
Intentás contenerte pero se te escapa una carcajada.
-¿Qué tiene que ver eso?
-Nada- contesta con una risa.
Deshace el abrazo y te deslizás por toda la sala, más segura, más relajada, más perdida en el amor que deja entrever su expresión. Esteban te sigue, prácticamente pisándote los talones, aplaudiendo mientras cuenta tus giros y observa los saltos que te hacen perder el ritmo.
Adaptándose a tus movimientos pero todavía dándote el espacio suficiente vuelve a tomarte de la mano. El impulso de sus pasos te hace girar con él y en más de una ocasión tropiezan, arrastrándose mutuamente pero recuperándose en un parpadeo y retomando el baile.
Cuando te atrapa entre sus brazos sentís su respiración, el subir y bajar de su pecho contra tu espalda, pero te distraen sus labios en tu mejilla y el roce fugaz de estos contra tu oreja. Te dejás llevar por sus pasos lentos, mientras tararea la canción en voz baja, con un susurro que es sólo perceptible para tu oído.
Girás para poder ver su rostro y él descansa su frente sobre la tuya. Repite la letra de la canción sobre tus labios una y otra vez y sin importarle que sus pasos pierdan velocidad, porque sólo puede pensar en los lugares donde su cuerpo hace contacto con el suyo.
-El café- le recordás, lamentando interrumpir el momento-. Ya debe estar frío.
-No creo.
Vos creés en su palabra.
05:47
Lo primero que sentís cuando despertás son los dedos de Esteban deslizándose por tu abdomen y finalmente encontrando hogar en la delicada piel de tu cadera. No importa cuánto tiempo lleven juntos y tampoco cuánto te toque, sus dedos todavía te hacen cosquillas.
Lo segundo que notás son sus labios sobre tu cuello y, por último pero no menos importante, su erección caliente entre tus piernas y acariciando tu centro. Un grito débil deja tus labios cuando sus dientes capturan tu oreja, sincronizados con su punta golpeando tu pequeña entrada.
-Perdón, mi amor, no quería despertarte- se disculpa con voz ronca.
Suspirás y reprimís una sonrisa.
-¿No podías esperar un ratito?
-No- besa tu mejilla-. ¿Querés volver a dormir?
Es una pregunta de doble filo.
-No.
-Ya sabía- ríe contra tu piel y temblás-. Me vas a dejar hacer lo que quiera, ¿no?
Su mano recorre tu costado, su palma dejando un rastro de fuego en cada parte de tu ser que toca, para luego deslizarse sobre tu abdomen hasta detenerse cerca de tu clítoris.
No deja de moverse para utilizar tus pliegues y muslos para satisfacer su necesidad; estás segura de que de bajar la mirada, con ayuda de la escasa luz filtrándose por la ventana, verías su punta –y más, considerando su tamaño- asomándose.
Reprimís un gemido cuando sentís la excitación brotando de tu cuerpo, su miembro ahora brillante esparciéndola por tu piel junto con sus propios fluidos, cada vez más abundantes.
Te dejás caer aún más sobre su pecho, buscando más contacto, y él parece complacido por el gesto porque te recompensa jugando con tu clítoris. Jadeás y empujás tu cadera contra su pelvis.
-Más.
-¿Ya?- pregunta con tono burlón y asentís-. No sé, no contestaste lo que te pregunté.
-¿Qué…?
-¿Me vas a dejar hacer lo que quiera?- repite. Ejerce todavía más presión con sus dedos y dejás salir un sonido similar a un quejido de dolor.
-Sí, sí.
Ignora tus protestas cuando deja de tocarte y acaricia la parte posterior de tu muslo antes de sujetarlo con fuerza, obligándote a levantar la pierna para tener mejor acceso.
Sus largos dedos terminan de empaparse cuando los dirige hacia tu entrada, rodeándola con cuidado, tanteando antes de introducirse con suavidad y delicadeza en tu interior.
Tu cuerpo lo recibe sin más.
-Mirá cómo estás.
No tenés oportunidad de chequear por tu cuenta porque lleva ambos dígitos a tus labios: permitís que los deslice sobre tu lengua y succionás con fuerza para provocarlo, bañándolos con tu saliva ante su silenciosa pero evidente orden.
Luego de unos minutos y un tercer dedo sumándose, estirando tus labios todavía más, los retira y regresan a su habitual lugar.
-Ya está, ya está- intenta calmarte cuando te quejás.
Roza en tu interior los puntos que te hacen estremecerte y pronto tus gemidos son lo único que escucha junto con su respiración cada vez más descontrolada. Arrastra sus dientes entre tu cuello y tu hombro, sobre ese lugar con el que tiene una obvia fijación, mientras continúa tocándote con intención de volverte un desastre.
No estás segura de poder resistir mucho más.
-Dale, amor- suplicás-. Estás…
Estás tardando, querías decir, mucho. Esteban no te permite completar la frase porque comienza a mover sus dedos con, curvándolos hacia arriba y torturándote con la precisión de sus caricias, prácticamente obligándote a olvidar tus pensamientos sobre su tardanza.
En tu desesperación te empujás más contra su cuerpo, caliente y también desesperado por vos, sólo para poder sentir su erección palpitante contra tu piel.
Ataca tu cuello con besos húmedos, suspirando y murmurando palabras que tu cerebro cada vez menos coherente ya no comprende, y cuando buscás su miembro él aparta tu mano para centrarse en tu cuerpo sin distracciones.
Te aferrás a las sábanas, presa de sus dientes marcando tu hombro y de sus dedos abusando de tu interior, hasta que unos minutos más tarde cubre tu boca con su otra mano para silenciarte mientras un violento orgasmo sacude tu cuerpo.
La intensidad de la sensación te hace llorar, cortándote la respiración y deshaciendo los últimos pensamientos que habitaban tu mente.
-Quieta- ordena cuando intentás alejarte.
No tenés la fuerza necesaria para tolerar el placer una vez que se vuelve insoportable, amenazando con regalarte otro orgasmo, y tampoco tenés la fuerza para batallar con él mientras termina de prepararte para recibirlo en tu cuerpo.
Simplemente te dejás hacer y sollozás contra su palma.
En un rápido movimiento reemplaza sus dedos por la punta de su miembro. Tu cuerpo todavía sensible y su tamaño son una combinación que no falla en hacerte delirar, seguro, pero también te hacen morder tu lengua para soportar el ardor de la penetración mientras él intenta consolarte.
Tu mano tira de su cabello en cuanto continúa deslizándose en tu interior, haciéndolo gemir y provocando que sus movimientos hasta ahora delicados pierdan el ritmo. Introduce los últimos centímetros de manera brusca y protestás, tu voz todavía ahogada por su mano, mientras él entierra su nariz en tu cabello para embriagarse con tu perfume.
Estás más que segura de que también intentaba disimular un gemido y, cuando por fin descubre tu boca –arrastrando sus dedos entre tus labios, humedeciéndolos y luego manchando tu mejilla con tu saliva-, intentás burlarte como suele hacer con vos.
-¿Qué pasa?- intentás disimular el temblor de tu voz-. ¿Estás desesperado?
Sus uñas enterrándose en tu cadera son la única advertencia que recibís antes de que te sorprenda con la fuerza de sus embestidas. El impacto entre ambos cuerpos resuena entre las cuatro paredes, opacando el resto de sonidos cotidianos que llegaban a tus oídos.
La mezcla entre tu humedad y su excitación es evidente cada vez que vuelve a enterrarse en vos y tus gemidos descontrolados te resultan en extremo humillantes considerando la pregunta que hiciste. Intentás recobrar la compostura, fingir que sus acciones no te afectan tanto para no darle la satisfacción, pero podés sentir su sonrisa cuando pregunta:
-¿Qué decías?
El tono de su voz te hace temblar e inconscientemente empujás tu cadera contra su pelvis en busca de más.
Su respuesta es rodear tu cuello con su brazo, inmovilizándote y dejándote sentir la tensión en sus músculos, mientras reafirma su agarre en tu cadera para seguir con su brutal ataque. Sabe cuánta fuerza necesita emplear para privarte de oxígeno y lo demuestra presionando de manera experta sobre los lugares justos.
Con cada golpe su punta toca tu cérvix, la sensación en combinación con la presión sobre tu cuello permitiéndote saborear un orgasmo cada vez más cercano, y su respiración bañando tu piel cada vez que jadea sólo empeora la situación.
En caso de mover su mano unos centímetros, Esteban podría sentir en tu abdomen bajo la profundidad de sus embestidas y torturarte utilizando sus largos dedos o su mano.
Eso es justo lo que hace luego de rozar tu piel con sus uñas.
-Mirá- toma tu mano, posicionándola y cubriéndola con la suya-. Acá estoy…
Tus músculos se contraen sobre él y tu visión se nubla. El orgasmo te hace gemir con fuerza, olvidándote por completo de la hora y de los vecinos, los dedos de tus pies se contraen por el placer y el calor que recorre tu cuerpo desde tu centro quema.
Esteban no deja de moverse, prolongando tu clímax sin importarle tu sensibilidad o tus uñas enterrándose en su brazo –todavía sobre tu cuello-, ignorando los espasmos que sacuden tu cuerpo.
Cuando por fin se detiene, unos minutos más tarde y sólo luego de ver que comenzás a desesperarte por la sobre estimulación, te concede unos pocas respiraciones para recuperarte antes de arrojarte sobre tu espalda y terminar de arrancar las prendas de tu cuerpo.
Se posiciona entre tus piernas, separándolas sin importarle tu flexibilidad, y desliza su miembro ardiente entre tus pliegues brillantes.
-¿Querés más?- su expresión es seria y cautivadora. Asentís, todavía sin palabras y perdida en él, en su rostro y en su cuerpo, pero eso no es suficiente-. Decime, ¿querés más?
-Sí, por favor.
-¿Qué querés?- empuja contra tu entrada y cuando no obtiene respuesta golpea con su mano sobre tu clítoris. Entre dientes, repite:- ¿Qué querés? Contestá, dale.
-A vos, Kuku, por favor- otro golpe. El calor de tus mejillas es nulo en comparación con el calor entre tus piernas y, sin importar la vergüenza que sentís, contestás con las palabras que tanto quiere oír:- Quiero tu pija, por favor.
El tormento no cesa allí.
-Sos una putita, ¿no?- jadeás-. Mi putita.
-Sí…
-Decilo- se desliza en tu interior hasta ver desaparecer la punta de su miembro y con su pulgar comienza a dibujar círculos sobre tu clítoris. Tu gemido, más agudo de lo usual y patético, te sorprende. Su miembro palpita-. Decí que sos una putita.
Cerrás los ojos en busca de valor para hablar. Humedecés tus labios.
-Soy una putita.
-¿Y de quién sos?
-Tuya.
Un sonido grave y gutural deja su garganta cuando tus paredes, imposiblemente cálidas y más húmedas que antes, vuelven a cerrarse sobre él. Se arroja sobre tu cuerpo y el nuevo ángulo te hace ver las estrellas, cada centímetro y cada vena que recorre su miembro estimulándote y provocando que las lágrimas caigan en cascada por tus mejillas.
-Mirame.
Tus párpados son pesados y tus pestañas brillan cuando te encontrás con la profundidad de su mirada. Los centímetros que los separan son prácticamente inexistentes y antes de comenzar a contar sus pecas o nombrar los colores que decoran la paleta de sus irises -en un absurdo intento de mantenerte cuerda-, tus dedos rozan su pómulo y su mejilla.
Tu pulgar traza su labio inferior suavemente, como si su miembro no estuviera haciéndote temblar o sacudiendo tu cuerpo sobre el colchón con la fuerza de sus embestidas, pero esta es una acción que dura milisegundos. Mueve su rostro sin precio aviso, obligándote a retirar tu mano, y escupe sobre tus labios entreabiertos antes de besarte.
Mientras te dejás llevar por sus besos hambrientos podés sentir la desesperación emanando de su figura y el constante palpitar de su miembro, siempre tan adictivo y la causa de tu perdición en más de una ocasión.
Tus piernas abrazan su cadera y él suspira contra tus labios para luego recostar su frente sobre la tuya.
-Estás muy apretada- susurra como si fuera una confesión. Tomás su mejilla y se deja caer contra tu mano-. Me encantás.
-Vos también me encantás- contestás entre suspiros.
Un gemido llega a tus oídos en el momento exacto en que su ritmo se vuelve frenético. Deslizás una mano entre su cuerpo y el tuyo, consciente de tus nervios reclamando tu atención, sin reparar en que ese pequeño primer roce es suficiente para tropezarte con un orgasmo desgarrador.
Tus uñas dibujando sobre su hombro lo hacen gruñir, su voz grave y cargada de deseo presa en su garganta, pero es cuando lo tomás por el cuello para obligarlo a besarte que su orgasmo lo golpea y llena tu interior. El calor de su liberación te hace sollozar contra sus labios y él aprovecha el momento para morder tus labios, tu mejilla, tu cuello, sin contenerse.
Besa las marcas que sus dientes dejaron, su huella, fingiendo no notar algún que otro vaso sanguíneo roto decorando tu piel con tonos de rojo y violeta. Recorre la línea de tu mandíbula mientras las últimas gotas de su semen pintan tus paredes, reclamándote como suya una vez más, marcándote permanentemente.
Unos pocos centímetros de distancia le permiten contemplar tu expresión.
-¿Estás bien?- besa tus mejillas juguetonamente.
Respirás profundamente.
-Muy bien. ¿Vos?
-Perfecto- sonríe-. ¿Puedo…?
-No- lo interrumpís-. Quiero estar así un ratito.
Besa tus labios.
-El tiempo que quieras- promete.
Iría a la guerra por este hombre. Moriría por él. Espero que hayan disfrutado la lectura así como yo disfruté escribir (hace muchas lunas) esta historia para ustedes 🤭
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